Un buen número de empresas importantes en el mundo utilizan la metodología Six Sigma para mejorar sus sistemas de producción y asegurar la calidad de sus productos y servicios. Este método consiste en reducir al mínimo los errores en la producción y así aspirar a la perfección de la misma. Entre los grandes beneficios que ofrece esta herramienta destaca la posibilidad de reducir considerablemente los costos al minimizar el número de unidades rechazadas.
Para implementar esta metodología es necesario considerar cinco pasos.
En esta primera fase se debe definir los objetivos del proyecto, los miembros de los equipos de trabajo y las condiciones del problema. Se deben tomar en cuenta los recursos necesarios para dar solución a cada problema.
Se debe evaluar el desempeño del proceso que se busca mejorar. Existen dos objetivos principales en esta fase: recoger datos que permitan cuantificar el problema e identificar las causas reales de este.
Se analiza la información sobre los resultados actuales e históricos. A partir de esto se puede descubrir la causa raíz del problema a enfrentar, así como establecer relaciones causa-efecto.
A partir del análisis de las relaciones causa-efecto se realizan predicciones, las cuales, finalmente, conllevan a la generación de soluciones para el mejoramiento de los procesos.
Tras validar el funcionamiento de las soluciones, se procede a la implementación de controles que aseguren la continuidad del proceso.
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