La privatización de Petroperú

La privatización de Petroperú

Han transcurrido dos periodos gubernamentales y medio y la situación de Petroperú no ha mejorado ni tampoco se ha generado consenso en ningún sentido. Más de la mitad de la población no acompaña la privatización, pero también más de la mitad no apoya que el Estado retome el monopolio de la refinación. Resulta evidente que debemos buscar consensos que nos permita avanzar.

Por: Jaime Quijandría el 10 Diciembre 2013

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Como es de público conocimiento, desde agosto de 1991 desempeñé el cargo de presidente del directorio de Petroperú. Fui propuesto por Fernando Sánchez Albavera, en ese momento Ministro de Energía y Minas. Por razones profesionales había vivido fuera del país los últimos tres años, de no haber sido así jamás hubiera aceptado el cargo.

El informe de la Comisión de Transferencia elaborado con ocasión del cambio de gobierno empezaba diciendo: "Petroperú es una empresa formalmente quebrada que ha perdido gran parte de su patrimonio". En su primera visita a la Refinería de Talara el presidente Fujimori hizo titulares en los diarios al referirse a las instalaciones que acababa de visitar como "chatarra amarrada con pitas".

Resultaba evidente que el modelo de gestión monopólica a cargo del Estado como único responsable del abastecimiento de combustibles no solo no funcionaba sino que dejaba una magnitud de subsidios imposible de incluir en las cuentas fiscales.

Por esa razón, el equipo gerencial con Antonio Cueto a la cabeza comenzó a formular una propuesta de reestructuración empresarial. Primero se revisaron los procesos de privatización petrolera de España, Canadá y Argentina. Luego recibí una gentil invitación de José Estensoro, artífice la privatización de YPF, para ver sobre el terreno los avances en una empresa bastante más grande y compleja que Petroperú.

El equipo gerencial de Petroperú desarrolló una propuesta que se basaba en: mantener la empresa integrada con actividades de exploración, producción, distribución y comercialización; venta de activos redundantes; drástica reducción de personal vía un programa de renuncias voluntarias e incluir la participación de capital privado en el accionariado de la empresa dejando la decisión de retener la mayoría accionaria  o entregarla al sector privado a cargo del gobierno.

Lamentablemente no se logró convencer a ninguno de los tres niveles involucrados en la decisión (Ministerio de Energía y Minas, la COPRI y la gente del Banco Mundial que asesoraba en ese tema) y ahí terminó mi vinculación profesional con Petroperú (mayo, 1992).

Es de conocimiento público que se optó por un esquema de dividir la empresa en unas veinte unidades de negocio y se inició el proceso de venta sin tener definido cómo sería el esquema de regulación que operaría posteriormente. Como la situación política del país se fue complicando, la venta de las unidades primero se espació en el tiempo y luego, sin mayor explicación, se suspendió.

Los responsables del proceso, incluido el Banco Mundial, conocían poco del negocio petrolero y no es de extrañar que eligieran un esquema equivocado. El gobierno quería desaparecer a Petroperú y las agencias internacionales por lo general apoyan a los gobiernos... hasta que resulta evidente la falla.

Han transcurrido dos períodos gubernamentales y medio y la situación de Petroperú no ha mejorado ni tampoco se ha generado consenso en ningún sentido. Más de la mitad de la población no acompaña la privatización, pero también más de la mitad no apoya que el Estado retome el monopolio de la refinación.

sumillas_quijandria_petroperu.jpgResulta evidente que debemos apartarnos de las posiciones maximalistas y buscar consensos que nos permita avanzar. Ni la privatización extrema ni el retorno al modelo fracasado de Petroperú.

En síntesis, el cambio de modelo en Petroperú resultaba inevitable. Lo que no funcionó fue el modelo elegido. Prueba de ello es que 20 años después y a partir de la discusión sobre la modernización de la Refinería de Talara el gobierno plantea un esquema empresarial que es casi el mismo que propuso el equipo gerencial de Petroperú hace diez años.

Ciertamente no fue la privatización lo que falló. Fue el esquema elegido que como se ha indicado fue diseñado por gente con poco conocimiento de la industria unido a un enfoque ideológico que pretendía desaparecer Petroperú y hacerlo rápidamente. Por otro lado este esquema nunca tuvo mucha aceptación en las encuestas de opinión pública.

Ahora que se reinicia el debate sobre la modernización de la Refinería de Talara tengamos claros estos antecedentes.

¿Cuál cree usted que debe ser el futuro de Petroperú?

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