Con defensores así, ¿quién necesita enemigos?

Con defensores así, ¿quién necesita enemigos?

Un experimentado ingeniero, que está endeudado por haber estado varios meses sin trabajo, se sienta a negociar su contratación con el "astuto" gerente de Recursos Humanos de una empresa muy importante. Éste, "cancherazo", huele la posición de debilidad del ingeniero y logra contratarlo con una rebaja significativa del sueldo solicitado, muy por debajo del promedio del mercado.

Por: Luis Felipe Calderón Moncloa el 06 Noviembre 2015

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Cuando el gerente de RRHH revisa el contrato ya firmado por ambas partes, siente que ha tenido una magnífica actuación y que la empresa debería estar agradecida con quien defiende tan bien sus intereses. 

El experimentado ingeniero, que en su desesperación ha aceptado la oferta, está plenamente consciente que está aceptando un trato bastante desventajoso. Pero las cuentas de la familia ya no podían aguantar otro mes más de desempleo.

Apenas integrado a su proyecto, el ingeniero exige más personal para poderlo acabar en el plazo acordado y con la calidad requerida. El jefe de proyecto rechaza el pedido, a pesar que sabe muy bien que el ingeniero está en lo correcto, siempre obsesionado con hacerle ahorros a su empresa y más interesado en su propia imagen ante la gerencia.

Cuando el jefe de proyecto revisa el presupuesto en ejecución, siente que ha tenido una magnífica actuación y que la empresa debería estar agradecida con quien defiende tan bien sus intereses.

Presionado por su insuficiente ingreso, el ingeniero se ve obligado a conseguir otro trabajo por lo que cada día sale de la oficina a su hora exacta no haciendo horas extras no remuneradas, tal como hacen los demás miembros del equipo, producto del insuficiente personal. Como era previsible, el proyecto se atrasa y empiezan a notarse deficiencias en su calidad. Las quejas no tardan en llegar hasta la gerencia general.

Para empeorar aún más las cosas, surgen nuevas demandas de distintos departamentos que modifican sensiblemente el proyecto y que hacen imprescindible ampliar el plazo e incrementar el personal. El jefe de proyecto, presionado enérgicamente por el ingeniero y muy a su pesar -pues teme deteriorar su imagen ante su jefe- solicita discutir este asunto con el gerente general. 

El gerente general, como es su costumbre, finge que escucha las razones pero, luego de una breve charla, ordena que se ejecute el proyecto con los nuevos cambios pero sin ampliación del plazo ni aumento de personal.

Cuando el gerente general revisa el presupuesto del proyecto, siente que ha tenido una magnífica actuación y que la empresa debería estar agradecida con alguien que defiende tan bien sus intereses.

sumillas-(Calderon.jpgComo era de esperarse, el ingeniero y la mayoría del equipo renuncian unas pocas semanas después, con lo que el proyecto terminó durando el doble de lo previsto, ninguno de los usuarios quedó satisfecho con lo que obtuvo y terminaron saliéndose largamente del presupuesto.

Pero cuando el gerente de RRHH, el jefe de proyecto y el gerente general revisan su participación en el proyecto, sienten que han tenido una magnífica actuación y que la empresa debería estar agradecida con quien defiende tan bien sus intereses.

Y luego, cada vez que conversan sobre las razones de fracaso del proyecto, los tres llegan a la conclusión que la culpa la tiene el ingeniero (y el resto del equipo) por su falta de compromiso. "Nunca se puso la camiseta de la compañía", coinciden. Y razonan que debieran contratar un consultor que le enseñe al personal a tener más compromiso y los convenza que deberían hacer más horas extras no remuneradas.

Por su parte, si la compañía tuviera una voz y pudiera decirlo, gritaría: "¡Con defensores así, ¿quién necesita enemigos?!"

Esta entrada contiene un artículo de:
Luis Felipe Calderón Moncloa
Profesor del área de Administración. Doctorando en la Université Jean Moulin, Lyon, Francia. DEA, Universidad de Niza, Francia. MA in Management Learning y MSc in Information Management, Lancaster University, United Kingdom. MA, ESAN, Perú. Bachiller en Psicología, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú.
Profesor del MBA de ESAN.

Luis Felipe Calderón Moncloa

Profesor Asociado de ESAN Graduate School of Business (1,990 a la fecha). Consultor y conferencista en desarrollo ejecutivo y en temas de ética, responsabilidad corporativa y seguridad en el trabajo (1986 a la fecha). Profesor Visitante y conferencista internacional en Argentina, Colombia, España, Portugal, Emiratos Árabes Unidos (Dubai), Francia, Austria, Serbia, Estonia, Guatemala, Paraguay, Bolivia, Costa Rica y USA. Psicólogo (UNMSM), MBA (ESAN, 1990), Maestría en Aprendizaje Gerencial (Lancaster, Inglaterra, 1996), Maestría en Gerencia de la Información (Lancaster, Inglaterra, 1997) y DEA en Ciencias de Gestión (Niza, Francia, 2001). Certificado doctoral europeo, EUDOKMA, (Copenhague, 2003).
Autor de 2 libros (Perú) y autor de capítulos en 3 libros internacionales (2 en Inglaterra y 1 en Colombia). Principales cursos dictados actualmente: Pensamiento Crítico y Decisiones Gerenciales (en el MBA ESAN), Liderazgo y Competencias Gerenciales (en el MBA ESAN), Ética y Responsabilidad Social Corporativa (en la Maestría de Organización y Dirección de Personas, MO&DP, ESAN)

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