Terrorismo gerencial: engaños y autoengaños con la seguridad

Terrorismo gerencial: engaños y autoengaños con la seguridad

Si al trabajador y al ejecutivo de campo se les premia por deformar, ocultar o mostrar parcial y tendenciosamente la información... ¿es muy sorprendente que la mayoría terminen haciendo eso precisamente?

Por: Luis Felipe Calderón Moncloa el 31 Julio 2017

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Y si a esa minoría de trabajadores y ejecutivos de campo que sí quieren decir la verdad se les castiga con la pérdida de sus bonos a la vez que son objeto de "bullying" ("mobbing" sería el término exacto para el acoso laboral) siendo acusados de desleales por quienes falsean la verdad... ¿Es muy sorprendente que la mayoría de ellos también terminen falseando la información como hace la mayoría?

Y cuando la mayoría de los jefes -quienes deberían controlar la veracidad de esa información- quieren creer a pie juntillas en los reportes formales que leen en su pantalla y jamás se ensucian los zapatos yendo al campo, entrando a la fábrica, metiéndose al socavón o embarrándose en el pozo ¿es de sorprenderse que esos falseamientos y acomodos de la información sean cada vez más generalizados y mejor elaborados?

Esos jefes que viven con la nariz pegada a un monitor, esperando por los "indicadores de accidentes", ¿de verdad son incapaces de entender que con los indicadores no controlan la realidad?

El jefe con la nariz pegada a la pantalla

Pero, ¿quién va a querer ensuciar sus zapatos yendo al campo, entrando a la fábrica, metiéndose al socavón o embarrándose en el pozo en algún miserable lugar remoto si puede pasar sus días, meses y años ganando mucho dinero sentado en una cómoda silla ergonómica en una oficina alfombrada y con aire acondicionado en el centro empresarial más exclusivo de las zonas más pitucas?

Y ¿para que arriesgarse a un soroche en el Ande o para qué pelearse con las pirañas en la Amazonía si todo se puede saber y controlar gracias a los intricados indicadores diseñados en algún lejano gabinete, por gente que jamás ha estado en el campo?

Y cuando los indicadores van mal ¿para que ir allá si con un email amenazante o un despido oportuno todo puede solucionarse a control remoto? ¡Faltaba más!

Todo lo dicho en los tres párrafos anteriores son puras tonteras... pero que bien suena a los oídos de quienes quieren seguir ganando miles de dólares con la nariz pegada a una pantalla en vez de arriesgarse a poner su trasero en el asiento de un avión, de un bus, de una camioneta, de una combi, de un mototaxi o sobre una silla de montar para ir allá y ver con sus propios ojos (y solucionar) lo que de verdad está pasando.

Basta un poquito de experiencia con indicadores (y con los premios y castigos a ellos contingentes) para darse cuenta que "no se premia la ausencia de accidentes: se premia que un reporte diga que no hubo accidentes". Seguro que los más inexpertos e inocentes dirán que la diferencia entre una cosa y otra es demasiado sutil, pero cualquiera que haya estado en campo lo sabe bien, lo comprende bien y lo ha puesto en práctica: los premios y castigos son contingentes a los reportes de accidentes, no a que hayan sucedido o no dichos accidentes. Y como saben bien que ninguno de los jefes de la oficina central va a venir nunca a chequear la realidad, hasta se hacen expertos falseando los reportes de accidentes.

De modo que cualquier sistema de incentivos (premios y castigos) basados en estadísticas de accidentes se transforma, en la práctica, de un sistema para promover que no haya accidentes en un sistema que incentiva (perversamente) a decir que no hubo accidentes.

No hay peor ciego que el que no quiere ver

Esos jefes que viven con la nariz pegada a un monitor, esperando por los "indicadores de accidentes", ¿de verdad son incapaces de entender que con los indicadores no controlan la realidad?

Dado que no tienen la excusa de ser tontos o ignorantes (porque no lo son), entonces solo nos queda una hipótesis ¿no será tal vez que les conviene no darse cuenta que con los indicadores en su pantalla, no controlan nada?

¿Inocencia dije? Me desdigo completamente: ¡qué van a ser inocentes esos jefes si ellos cobran estupendos bonos por elevar esos reportes que dicen que no hubo accidentes!

Y así concluye otro día en el mundo de la seguridad en el trabajo, el problema de fondo no ha sido tocado pero las estadísticas que nosotros mismos hemos elaborado, dicen que lo estamos haciendo bien y que podemos cobrar nuestros bonos... ¿para qué preocuparnos entonces?

Podemos descansar en paz...

Esos jefes que viven con la nariz pegada a un monitor, esperando por los "indicadores de accidentes", ¿de verdad son incapaces de entender que con los indicadores no controlan la realidad?

Luis Felipe Calderón Moncloa

Profesor Asociado de ESAN Graduate School of Business (1,990 a la fecha). Consultor y conferencista en desarrollo ejecutivo y en temas de ética, responsabilidad corporativa y seguridad en el trabajo (1986 a la fecha). Profesor Visitante y conferencista internacional en Argentina, Colombia, España, Portugal, Emiratos Árabes Unidos (Dubai), Francia, Austria, Serbia, Estonia, Guatemala, Paraguay, Bolivia, Costa Rica y USA. Psicólogo (UNMSM), MBA (ESAN, 1990), Maestría en Aprendizaje Gerencial (Lancaster, Inglaterra, 1996), Maestría en Gerencia de la Información (Lancaster, Inglaterra, 1997) y DEA en Ciencias de Gestión (Niza, Francia, 2001). Certificado doctoral europeo, EUDOKMA, (Copenhague, 2003).

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