Economía digital: un mundo que nace a nuestro alrededor

Economía digital: un mundo que nace a nuestro alrededor

La revolución digital en la que estamos inmersos viene transformando profundamente nuestra forma de comunicarnos, de trabajar, de aprender y de entretenernos. Ante ella, las empresas tienen un gran desafío. Deben aprovechar las oportunidades que la digitalización otorga, sin sucumbir ante los difíciles cambios que también trae consigo.

Por: Carles Izquierdo Mor el 03 Octubre 2017

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Hace un par de décadas, para escuchar la música de nuestra preferencia había que comprar discos de vinilo; tiempo después pasamos a escucharla en los CD. En teoría se trataba solamente de un cambio de formato, pero ni el público ni la la propia industria pudieron estimar cuánto repercutiría aquella transición no solo en la música, sino también en la televisión, el cine, los videojuegos, el mundo editorial y, básicamente, cualquier sector del mercado.

Cada vez tendrá menos importancia la sola propiedad de los bienes, pues irá adquiriendo mayor valor la capacidad de uso de los mismos.

La digitalización derivó en la creación de productos que no se degradan con el uso, y del que pueden hacerse tantas réplicas idénticas a la original como se desee, a un coste apenas significativo. Estos pueden llegar a ser abundantes, teniendo todo el mundo la posibilidad de adquirirlos y compartirlos. Sin embargo, con estas ventajas se abrieron también nuevos retos para las empresas. A continuación se mencionarán algunas:

Bienes digitales

Responden a una lógica totalmente diferente al resto de bienes y servicios, pues lo digital es un mundo de producción abundante y sencilla. Mediante las redes podemos alquilar nuestro auto, vender nuestra casa, colaborar con medios de comunicación, entre muchas otras cosas. Ofrecer cualquier bien o servicio se ha vuelto mucho más fácil que con los mecanismos regulares. Sin embargo, como consecuencia, donde antes se movían miles de millones de dólares y había una considerable cantidad de empleos tradicionales, hoy reina el low-cost, mientras que algunos sectores sufren ahora de precariedad laboral.

Plataformas

A modo de grandes bazares globales virtuales, promueven la interacción constante entre usuarios, conformando una suerte de economía de colaboración. A través de los ordenadores y los smartphones, las plataformas recogen información sobre las preferencias de los consumidores, con la cual crean una base de datos que les permite presentarles ofertas personalizadas. No obstante, esto pone en duda a otros modelos de negocios, pues reduce los precios de mercado y está creando una generación de consumidores acostumbrados a la gratuidad y a la coproducción de servicios. 

Bienes y servicios físicos con datos asociados

Los sistemas de comercio promueven cada vez más la complementariedad de bienes y servicios físicos con datos y funciones electrónicas. Hoy existen contadores inteligentes de electricidad, tickets de transporte público y automóviles controlados por ordenadores. Cada vez tendrá menos importancia la sola propiedad de los bienes, pues irá adquiriendo mayor valor la capacidad de uso de los mismos. Sin embargo, más allá de las ventajas, el problema estará en el flujo de información bajo el control exclusivo de cada propietario comercial que los poderes públicos aún no saben como regular, si es que hacerlo es posible. Además, con la producción descentralizada, lo que se comprará como bien físico será el programa para fabricar un determinado producto o pieza, como comienza a darse con las impresoras 3D.

El internet de las cosas

Se asoma una nueva economía, aún más digital. En la teoría, los precios varían entre el coste de producción y el precio del mercado; sin embargo, en el contexto actual, las compañías que ofrecen bienes y servicios virtuales se perfilan a formar un gran oligopolio, el cual funcionará solo bajo el nuevo sistema de costos bajos y producción masiva.

En conclusión, más allá de las ventajas, las empresas orientadas al comercio digital cuentan también con amenazas como la piratería, y con problemas como la disminución de empleos y la desvalorización de ciertos puestos de trabajo -ocupados por personas que, cabe señalar, también son consumidores-. Por eso en este nuevo mercado, que apunta a convertirse en el único, resulta primordial atender estas situaciones si se pretende mantener un sostenimiento a largo plazo.

¿Cree usted que estos retos empresariales podrán superarse de forma exitosa?

Cada vez tendrá menos importancia la sola propiedad de los bienes, pues irá adquiriendo mayor valor la capacidad de uso de los mismos.

Carles Izquierdo Mor

PhD en Educación de Universitat d Andorra, postgrado Ingeniería emocional Universitat de Barcelona

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