El dilema ético de la filantropía corporativa

El dilema ético de la filantropía corporativa

La filantropía corporativa se refiere a las donaciones y acciones sociales sin interés de lucro que realizan las empresas con el objetivo de aportar en ámbitos en los que el Estado, por distintas razones, no siempre puede actuar. Este tema, cada vez más importante en la gestión de los CEO, representa un desafío en su aplicación, muchas veces a nivel ético, en especial en los países emergentes.

Por: Dula Liliana Balbin Inga el 13 Febrero 2019

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El término filantropía deriva de un vocablo griego que significa amor al género humano. A nivel corporativo, se refiere a las donaciones y las acciones sociales sin interés de lucro (Fundación con Responsabilidad Social, 2018), dónde lo único que se obtiene a cambio es la satisfacción de ayudar al prójimo.

En los últimos años, la filantropía corporativa es un tema primordial en la gestión de los CEO, principalmente en los países desarrollados, dónde es sofisticada y bien establecida. Mientras tanto, en los países emergentes, se dice que la filantropía está en crecimiento, no solo por la acción social genuina, sino, entre otras cosas, por el vínculo que tiene con la mejora de la reputación de la empresa, la atracción de más consumidores, el incremento en las ventas y la reparación de los daños humanos y ambientales causados. Así, es posible evidenciar que gran parte de la filantropía corporativa sigue los intereses de la empresa (Milner, 2018), encontrándonos frente a un problema ético.

Entre convicciones e indicadores financieros

Según el New York Times, cada vez más empresas orientan su inversión a la filantropía y a medir su impacto por los beneficios que generan, esto basándose en una investigación del CECP (Comité de Fomento de la Filantropía Corporativa) que, al analizar a las empresas americanas, determinó que el 65 % de los ciudadanos comprueban la veracidad de la declaración de compromiso de una empresa con los problemas sociales, obteniendo un mayor porcentaje en los millennials, 76 %. Este mismo porcentaje corresponde a potenciales consumidores que no comprarían a una empresa que no sea acorde con sus convicciones declaradas (Pérez, 2017). Según Nair et al (2011), se cree que los consumidores tienen preferencia por adquirir un bien o servicio a las empresas con estándares éticos altos. Además, se mencionan que las donaciones pueden ser buenas para mejorar los indicadores financieros porque posicionan a la empresa y a sus productos como confiables ante los consumidores. En sus investigaciones encontraron más filantropía en negocios con alta publicidad y alta competencia, como los sectores de bebidas y venta minorista, dónde se considera que el costo de las donaciones se compensa por el incremento de la rentabilidad como resultado de la diferenciación. Mientras tanto, en los sectores de baja publicidad, como el de los chips para el sector informático, la industria siderúrgica o los servicios business-to-business, se genera una asociación negativa entre filantropía y rentabilidad.

En el caso de Perú, las donaciones a favor de las entidades públicas son gastos deducibles en la determinación del impuesto a la renta. En este caso, es posible observar cómo se desvirtúa la filantropía corporativa, que debe profesar el fin sin lucro.

También es importante conocer si quien realiza la acción filantrópica tiene un comportamiento empresarial responsable. Esto quiere decir, si cumple con la normativa legal vigente, paga sus impuestos, respeta el derecho de sus trabajadores y consumidores, respeta y protege el medio ambiente y, se comporta de forma ética. En caso de no cumplir con estos puntos, su acción filantrópica corporativa es controversial.

El poder de la filantropía

Tradicionalmente, los empresarios que creaban una fundación y donaban fondos, no se involucraban. En este contexto, han surgido cuestionamientos a las multimillonarias donaciones realizadas por el fundador y director ejecutivo de Amazon, Jeff Bezos, y el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, y en general, a la nueva generación de filántropos tecnológicos. Según el autor del libro, "The Givers: Wealth, Power and Philanthropy in a New Gilded Age", David Callahan, al realizar estas donaciones, los empresarios incursionan en el campo de la sociedad civil y suman así, más poderío. El autor también menciona que las fundaciones que han creado sus empresas no rinden cuentas a nadie. La conclusión de Callahan es que estas tendencias representan conjuntamente una amenaza para la democracia, y pide un aumento significativo en la regulación gubernamental de la actividad filantrópica (Redacción BBC Mundo, 2018). 

En el caso de Zuckerberg, en 2015, el empresario anunció la donación del 99 % de su fortuna, valorada en 45 000 millones de dólares a programas de caridad, creando así una Limited Liability Company (LLC). Esta compañía tiene las ventajas respecto a una ONG o una fundación orientada a proyectos de caridad, al otorgar la capacidad de realizar inversiones en política, y de forma simultánea en el sector con fines de lucro y en el de sin fines de lucro. Asimismo, no tiene que ceder el 5 % de su valor cada año, obligación tributaria que la mayoría de las fundaciones deben realizar (Pastor, 2015).  La Fundación Amancio Ortega, del gigante Inditex, también está rodeada de cuestionamientos debido a las donaciones realizadas, y es que, desde su fundación en 2001, ha donado 500 millones de euros en España, dinero que muchos consideran que son la otra cara de políticas económicas injustas y poco redistributivas (García, 2017).

La filantropía en el Perú

Varios gobiernos promueven las donaciones otorgando beneficios tributarios, poniendo topes a la deducción como gasto. En el caso de Perú, las donaciones a favor de las entidades públicas son gastos deducibles en la determinación del impuesto a la renta. En este caso, es posible observar cómo se desvirtúa la filantropía corporativa, que debe profesar el fin sin lucro. En otros países como India, se estableció que las corporaciones gasten por lo menos, el 2 % de sus beneficios netos en obras benéficas, en este caso particular, al ser la donación obligatoria, pierde su esencia de libertad y deja entonces de ser una acción filantrópica.

El fomento de una cultura filantrópica permite multiplicar iniciativas y respaldar a aquellos actores que pueden aportar en ámbitos dónde el Estado, por distintas razones, no siempre puede actuar. Las empresas tienen mayor oportunidad de hacer acciones sociales sin ánimo de lucro. ¿Es vital que las empresas realicen un replanteamiento integral de su filantropía corporativa?

En el caso de Perú, las donaciones a favor de las entidades públicas son gastos deducibles en la determinación del impuesto a la renta. En este caso, es posible observar cómo se desvirtúa la filantropía corporativa, que debe profesar el fin sin lucro.