En el Año de la Universalización de la Salud, la pandemia de la COVID-19 reconfirmó el secreto a voces de las deficiencias del sistema de salud peruano y su gestión, que no recibieron la atención debida en la última década. Ahora, parece existir un consenso en "reformar e invertir en" el sector y lograr un avance significativo para el bicentenario. ¿Será posible cuando sólo faltan 14 meses hasta julio de 2021?
La cobertura de salud es deficitaria: más del 50 % de la población que refería algún síntoma o enfermedad prefería atenderse en una farmacia, automedicarse, usar remedios caseros o esperar, en vez de acudir a un centro de salud.
El presupuesto asignado al sector pasó de 2 012 millones de soles a 22 019 millones de soles entre 2000 y 2020, sin embargo, el sistema no mejoró de manera proporcional a las demandas de la población. A enero de 2020, dos tercios de la red pública de establecimientos de salud en el país tenían una inadecuada capacidad instalada y se estimaba una brecha de infraestructura a cinco años por 27 545 millones de soles. Las inversiones se ejecutaban a ritmo muy lento, tanto a nivel central como en regiones (Piura, Arequipa, Tacna, Huánuco, etc.).
En el Perú se registraban 34.5 profesionales de la salud (entre médicos, enfermeras y obstetras), por cada 10 000 habitantes, una cifra ligeramente superior del mínimo (34). También era obligatoria la evaluación de su productividad e inadecuada distribución en el país, así como de la resistencia a la innovación en la gestión y en la prestación de servicios de salud (e-Salud y asociaciones público privadas-APP).
Las causas de esta situación en la gestión del sistema de salud, se resumen principalmente en lo que denominamos la triple C:
La demanda por atención de salud aumentará por la COVID-19, por el crecimiento y el envejecimiento de la población y por su vulnerabilidad ante enfermedades crónicas. Si añadimos el efecto del apoyo económico a la población durante la epidemia, proyectamos que la disponibilidad de recursos aún será limitada y obligará a una gestión de recursos más eficiente, incorporando innovaciones en gestión y prestación.
La pandemia demostró de forma contundente que, sin el uso masivo de las TIC, la sociedad no cumplirá con su cometido social en educación ni en salud. Ello implica modificar perfiles laborales con competencias digitales e implementar la gestión del cambio con la incorporación de los ciudadanos. Ingresaremos a un modelo de atención de tipo mixto, presencial y virtual, en el marco del curso de la vida de los ciudadanos.
Bajo el liderazgo del Ministerio de Salud (Minsa), a nivel central y regional, cada entidad pública debe asegurar un equipo de profesionales competentes para su gestión hasta julio de 2021 y reducir la corrupción. Es necesario ejecutar las inversiones en la Reconstrucción con Cambios, los 85 proyectos anunciados el año pasado y ejecutarse inversiones adicionales en optimización, ampliación marginal, reposición y rehabilitación (IOARR), precisando cómo ayudarán a cerrar la brecha de servicios.
El fierro y el cemento no bastan por sí solos. Para complementar las acciones señaladas, hay que institucionalizar y masificar la e-Salud para la promoción, prevención, recuperación y rehabilitación en salud. Así, se ampliará la cobertura de la demanda no atendida. El reciente Decreto Legislativo 1490 es muy significativo para el país pues incorpora como telemedicina a la tele-consulta directa del usuario al profesional de salud. En paralelo, el sector comunicaciones debe garantizar una óptima conectividad nacional mediante la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica ya concluida y las 21 redes regionales en proceso.
Tercero, bajo el rol rector del Minsa, debe garantizarse la universalización del aseguramiento en salud con un modelo mixto (presencial y virtual) de atención integral, más cerca del ciudadano (en su comunidad, domicilio o lugar de trabajo), con el enfoque de curso de vida y en el marco de las Redes Integradas de Salud - RIS.
En ese contexto, también debe hacerse efectivo el intercambio prestacional, el reordenamiento y redistribución de los recursos de salud (humanos y físicos), su integración territorial y su interconexión, sin ningún obstáculo de por medio. Será difícil por la multiplicidad de actores e intereses particulares y de grupo, pero la pandemia nos obliga a realizarlo.
En paralelo, ejecutar otras acciones en el corto y mediano plazos:
El sector salud está conformado por personas que atienden personas. Por lo tanto, la perfección del sistema reformado será un ideal de cara al bicentenario. Si bien es inalcanzable, debe lograrse un avance sólido en sus bases y asegurar que el próximo Gobierno complete su consolidación y lo deje listo para enfrentar la próxima pandemia. ¿Qué otras acciones deben tomarse para alcanzar este objetivo? Déjanos tu opinión.
MBA por ESAN con mención en Finanzas, médico-cirujano de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, diploma en Gestión de Tecnologías en Salud de la Universidad Católica del Perú y certificado en proyectos de salud INDES-BID.
Docente de posgrado en salud desde el año 2001. Actualmente enfocado a la docencia en la gestión integral de proyectos de salud, en la Universidad ESAN y la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
31 años de experiencia profesional en los sectores público y privado, incluyendo la gestión del ciclo de las inversiones en salud y desarrollo social, así como de innovaciones con Salud Digital, en Perú y otros países de Latinoamérica. Ha participado activamente en programas y proyectos de salud con financiamiento público, privado, con cooperación internacional y en proyectos de innovación.
En los últimos 10 años, ha sido consultor especializado en proyectos de APP en salud y actualmente brinda asistencia técnica en la Agencia de Promoción de la Inversión Privada (PROINVERSIÓN).
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