La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) se ha convertido en un pilar fundamental para las empresas que buscan ser sostenibles en el tiempo y que aspiran a lograr relaciones sólidas con sus stakeholders en un contexto de gran competencia e incertidumbre. En este escenario, el voluntariado emerge como una herramienta poderosa en la estrategia de valor compartido, proporcionando múltiples beneficios si es correctamente empleado, como por ejemplo una buena reputación, una adecuada relación con la comunidad, entre otros. Sin embargo, también puede convertirse en un punto crítico ante la ausencia de autenticidad y si solo tiene un enfoque de “caridad”.

Por otro lado, un voluntariado auténtico va más allá de la simple donación de recursos o de tiempo por parte de los colaboradores. Implica un compromiso profundo y continuo, en donde la alta gerencia está involucrada y produce un “efecto cascada”, pasando por gerentes, jefes, asistentes y practicantes. Este compromiso también se manifiesta en la asignación de recursos adecuados para respaldar las iniciativas de voluntariado y en la integración de estas actividades en la cultura organizacional, siendo parte del cronograma anual. Esto no solo fortalece la credibilidad de las acciones de voluntariado, sino que también establece un vínculo continuo entre las organizaciones y las comunidades locales.

Otra importante reflexión es que las empresas peruanas deben trabajar en estrecha colaboración con la población o grupo al que quieren ayudar, escuchando primero sus necesidades (y no asumiendo) y considerando cómo verían que se trabaje con ellos la implementación de un programa de voluntariado. De esta forma, se puede generar un escenario más propicio para que las acciones permitan construir relaciones a largo plazo, se genere un clima de confianza y exista un mayor impacto.

A manera de conclusión y ante lo expuesto, podemos señalar que el voluntariado es más que una actividad superficial o una moda temporal.[...] La alta dirección tiene la responsabilidad de liderar con el ejemplo, comprometiéndose de manera auténtica con las comunidades locales y garantizando que las iniciativas de voluntariado contribuyan efectivamente al desarrollo sostenible. Solo entonces el voluntariado se convertirá en una herramienta poderosa para la construcción de un valor compartido genuino.

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