"Es verdad, aunque no queramos creerlo: el optimismo que a veces es tan bueno, puede llegar a ser una peligrosa forma de autoengaño, de corrupción y hasta de estafa. En situaciones de crisis grave e inminente, hay ilusos que nos quieren vender optimismo creyendo que pueden detener el tsunami con puro control mental", opina Luis Felipe Calderón Moncloa, profesor de la Universidad de ESAN.