El fenómeno de El Niño ya está presente en el Perú desde febrero, pero sus efectos se sentirán incluso en otras regiones y continentes. ¿Qué pueden hacer los sectores públicos y privados para mitigar su impacto cuando alcance su pico al cierre del 2023?
La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA) indicó, en su informe del 9 de junio, que existía una probabilidad del 56 % de que la manifestación de El Niño global tuviese un impacto fuerte. Por su parte, en la costa del Perú, el Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (Enfen) anunció la presencia de El Niño costero con un 77 % de probabilidad.
A pesar de que todavía no sabemos con certeza si este fenómeno de El Niño será fuerte, moderado o débil, está claro que tendrá efectos en muchos sectores, como pesca, transporte, salud, agricultura y vivienda. En ese sentido, es clave analizar su eventual impacto internacional, la situación actual del sector agricultura y qué acciones podemos tomar para mitigar sus efectos.
Un fenómeno de El Niño trae consigo altas temperaturas, alta humedad relativa, precipitaciones intensas, inundaciones en la costa, paralizaciones en el sistema de transporte y afecta de manera directa a la agricultura con bajas productividades e, incluso, la pérdida total de algunos cultivos.
Por ejemplo, el 75 % del mango peruano es de Piura y su floración solo es posible cuando el invierno es suficientemente frío. De lo contrario, no habrá producción. Similar situación ocurre con el cultivo de uva, ya que los mayores volúmenes de cosecha se concentran en los meses finales del año y la eventual llegada de El Niño puede generar impactos negativos muy altos con la producción.
En la sierra sur y centro del país, el efecto es opuesto, con precipitaciones bajas o nulas, aumento de los costos agrícolas y escasez de alimentos en las grandes ciudades. Por tanto, el precio de venta será mayor para los consumidores, además de registrarse altos costos de transporte, reducción de las exportaciones de productos agroindustriales, aumentos de las plagas y enfermedades de los cultivos, y limitaciones del capital de trabajo por inminente riesgo.
El fenómeno de El Niño afecta tanto a Sudamérica (Perú, Ecuador y Chile) con precipitaciones altas e inundaciones, como a otras partes del planeta. Por ejemplo, podría ocasionar huracanes en México y aumentar la temperatura en el noreste de Brasil, con consecuentes sequías e incendios forestales. Asimismo, tendrá impacto directo en el declive de la generación energética en América Latina, por falta de agua acumulada en los embalses.
El fenómeno de El Niño también tendrá un papel importante en las sequías que se producirán en el cono sur de África, Europa y el Sudeste Asiático. En el Perú, sus efectos en la agricultura afectarán a las importaciones de insumos y exportaciones de productos, con incumplimientos de contratos y altos costos de transporte naviero.
El fenómeno de El Niño ya está presente en el Perú desde febrero, así que el tiempo que tenemos para prepararnos es relativamente corto. Recordemos que su inicio se proyectaba desde junio y, hasta el momento, ya se declaró que se espera su mayor intensidad entre diciembre de este año y marzo del 2024. Asimismo, existe una proyección del 33 % de que su nivel en nuestra región sea moderado y un 8 % de que sea fuerte. Esta proyección es dinámica y cambia con una periodicidad de 15 días.
La realidad de nuestra región es que, en el tiempo que nos queda, solo podrían, y deberían, tomarse acciones paliativas de contingencias lo más pronto posible. También es necesario desburocratizar el sistema estatal para asignar con rapidez los recursos necesarios para obras de prevención, además de organizar reuniones de coordinación entre sectores, como agricultura, economía, transporte, salud y pesquería.
En la actualidad, la unión de diversos países ha logrado una mejor preparación de las agencias meteorológicas nacionales e internacionales, que monitorean los riesgos y activan sistemas de alerta de manera oportuna para ayudar a la preparación de sectores como agricultura y la población en general. El Perú cuenta con un sistema de monitoreo constante de la temperatura superficial del mar en las diferentes estaciones ubicadas en nuestro litoral.
Debemos trabajar en planes de contingencia de largo plazo, sobre todo en el norte del Perú. Necesitamos una sociedad organizada que se prepare desde casa y a nivel vecinal y urbano, en sintonía con las medidas que adopten los Gobiernos locales, regionales y central. También es necesario extraer lecciones de las pérdidas materiales que sufrimos durante anteriores fenómenos y desastres naturales.
Algunas acciones claves que deberían tomarse desde el Gobierno central son:
Entender la gestión del riesgo de desastre como un proceso, no solo como una reacción. Una buena planificación reducirá las emergencias.
Impulsar una interacción constante entre Proinversión, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), los gobernadores regionales, los alcaldes distritales y rurales, y las asociaciones público-privadas.
Limpiar de manera adecuada los causes de los ríos, canales y sistemas de drenaje, mediante el uso de maquinarias, para mitigar el impacto de los huaicos y asegurar un mayor flujo del agua.
Fortalecer los sistemas de información agroclimática para una correcta y oportuna toma de decisiones.
Asumir un mayor compromiso desde el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el Programa Subsectorial de Irrigaciones (PSI) para llevar adelante actividades de emergencia en el valle La Leche, en Lambayeque.
Fortalecer los sistemas de monitoreo y pronóstico del clima para mejorar su capacidad de anticipación. Ello permitirá una mejor anticipación de los efectos de El Niño y ofrecer una respuesta más temprana.
Ejecutar obras de drenaje en las principales vías de tránsito para asegurar un buen flujo de carga y construir canales de emergencia para disminuir las corrientes principales de agua del río.
Es necesario que las empresas agrícolas trabajen en conjunto para crear un fondo de prevención ante cualquier desastre producto de las lluvias, como la rotura de los canales principales. Asimismo, deben establecer una coordinación con los Gobiernos regionales para ejecutar obras de emergencia, como puentes, carreteras y limpieza de canales principales.
De manera interna, cada empresa debe asegurarse de limpiar sus canales de riego y drenaje, ubicar puntos de bombeo de agua en zonas inundables e invertir en estos equipos. Por último, deben programar sus cosechas para no tener que realizarlas en temporada de verano. ¿Cómo se prepara tu organización para afrontar el fenómeno de El Niño durante los últimos meses del año? Cuéntanos tu experiencia.
*Pedro Luis Chigchón Castillo es profesor de los programas del sector Agronegocios de ESAN.
Las empresas agrícolas deben coordinar con los Gobiernos regionales para ejecutar obras de emergencia, como puentes, carreteras y limpieza de canales principales para mitigar el impacto de El Niño.
Ejecutivo con más de 23 años de experiencia en el sector agroexportador; con más de 18 años desempeñándose en puestos como Gerente Agrícola y Gerente Central de Operaciones en empresas del rubro agroindustrial que poseen entre 300 y 4000 trabajadores.