Desde hace unos meses las noticias vienen relatando el caso de corrupción más grande de la región: la historia de la empresa brasilera Odebrecht, que montó una maligna maquinaria para ganar la construcción de las obras de infraestructura más importantes del Perú y Latinoamérica a costa del soborno de autoridades públicas y privadas. 

El caso ya ha cobrado las cabezas de varios políticos importantes y las ondas expansivas están alcanzando a toda la región, ya que en los diferentes países donde operaba Odebrecht, la justicia se encuentra abocada a la investigación de este caso (llamado "Lava Jato"). Actualmente se están realizando varias pesquisas gracias a la información que están brindando los directivos de esta empresa familiar, a cambio de beneficios en la reducción de sus penas.

Los políticos corruptos tiemblan ante la posibilidad de que sus nombres aparezcan en estas listas y algunos de ellos ya empezaron a abandonar sus países de origen con la esperanza de no ser alcanzados por el brazo de la justicia. Este terremoto recién empieza y amenaza con traerse abajo a los principales políticos de varios países. Además, las consecuencias pueden trasladarse a los partidos políticos y hasta a las instituciones civiles que tuvieron contacto con esta mafia organizada. El nivel de corrupción era de tal magnitud que ha alcanzado a varios presidentes, ex presidentes y ministros, entre otros funcionarios públicos de alto rango que ya están siendo investigados.

Nunca antes las acusaciones de corrupción que eran empleadas contra los políticos de nuestra región quedaron tan expuestas al escrutinio internacional como el caso "Lava Jato", que terminó por liquidar nuestra vapuleada reputación de corrupción latinoamericana.

La estrategia detrás la corrupción

Ni los medios de comunicación se salvan, ya que la maquinaria montada por esta empresa tenía una estrategia de manejo de periodistas y comunicaciones como parte de su estrategia mediática. Así contrataron a muchos medios periodísticos y no dudaron en hacer donaciones a favor de organizaciones relacionadas con la prensa de cada país; y organizaban fiestas fastuosas donde desfilaba la crema y nata de la clase económica y política de los países implicados.   

Nunca antes las acusaciones de corrupción que eran empleadas contra los políticos de nuestra región quedaron tan expuestas al escrutinio internacional como el caso "Lava Jato", que terminó por liquidar nuestra vapuleada reputación de corrupción latinoamericana. Ahora todo el mundo está a la espera de la lista que incluye a los nombres de los funcionarios que hicieron negocios con esta empresa y se han ampliado las investigaciones a las empresas off shore creadas en algunos países (como Panamá, donde la empresa pagaba los sobornos). 

Incluso, los Estados Unidos están interviniendo en el caso. Amparados en la violación de la "Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero" vienen investigando el caso que ha sido denominado "Carwash": el departamento de justicia ya acordó con la empresa Odebrecht el pago de millonarias indemnizaciones.

El reto de Latinoamérica

La primera prueba será para los diferentes sistemas de justicia, que deben ser capaces de desenmascarar a los involucrados y no ceder ante presiones políticas o económicas. Después vendrá la reconstrucción de los escombros que queden de las clases políticas involucradas en este hecho, lo que definitivamente hará más aguda la crisis de partidos políticos que ya se viene dando en la región.

Además, esta será una oportunidad para ver nuevas caras en el escenario político latinoamericano, es decir, los nuevos líderes que enarbolarán la bandera de la lucha anticorrupción.

Finalmente, tenemos la responsabilidad -como sociedad civil- de empezar a transitar un camino diferente. Este proceso tomará tiempo y deberá estar cimentado en la educación de valores éticos en las nuevas generaciones, todo acompañado de un fortalecimiento de la institucionalidad.

El camino será largo y doloroso pero es necesario enmendar el rumbo.