En los últimos años, la población peruana ha comenzado a notar que los precios de los alimentos registran un crecimiento cada vez más abrupto. Si bien esta percepción está relacionada, sobre todo, con el sinceramiento de costos a partir de la pandemia de la covid-19, también responde a cuatro factores que analizaremos a continuación, además de plantear algunas medidas para combatir esta problemática.

Razones del aumento de precios

La primera razón responde a la falta de transparencia en la información manejada por productores y clientes.

La segunda son las tendencias del panorama internacional, que han sincerado los costos, con insumos y servicios cada vez más caros.

La tercera razón es el elevado riesgo del sector agropecuario. La incertidumbre asociada al cambio climático y la coyuntura adversa que afronta el Perú y el resto del mundo aumentan de manera significativa el nivel de riesgo del sector agrícola, y sus consecuencias se trasladan a los consumidores sin que eso signifique necesariamente mayores ingresos para los productores.

La cuarta razón es que cerca del 70 % de los productores que abastecen la canasta básica de las principales ciudades del Perú son pequeños agricultores con menos de cinco hectáreas. Con ese perfil, es muy difícil acceder a oportunidades o generar excedentes que permitan implementar tecnología, adquirir conocimientos y ganar competitividad.

Consecuencias principales

El aumento de precios aumenta la inseguridad alimentaria en las familias peruanas. Cerca del 50 % de la población no tiene la certeza de que podrá acceder a alimentos de calidad. A ello debemos sumar la preocupación constante por la convulsión y la inestabilidad política que ha afrontado el país en años recientes.

En el caso de los trabajadores, sus sueldos no han crecido de manera significativa durante los últimos años, pero sí el precio de los alimentos. Por ejemplo, el costo promedio de un menú ha pasado de S/10 a S/15. En ese sentido, el margen neto que los trabajadores destinaban al ahorro o la mejora de su calidad de vida se ha ajustado o recortado hasta casi desaparecer.

Por su parte, los restaurantes y otros negocios que emplean alimentos como insumos han tenido que ajustar sus utilidades de manera significativa, no solo por el aumento de precios, sino también porque la demanda de las familias es cada vez menor. En el caso concreto de los restaurantes, incluso han tenido que ajustar las recetas de sus platos con alimentos sustitutos o de menor calidad, lo cual afecta su reputación.

Productos más afectados

Los precios de los productos agropecuarios suelen crecer entre un 5 % y un 10 % por año. Sin embargo, en los últimos seis meses, se ha registrado un incremento mayor en hortalizas como la cebolla y frutas como el limón. Como lo mencionamos al inicio, esta situación es producto, sobre todo, de la especulación en el mercado.

Existen tres insumos básicos en la gastronomía peruana cuyo aumento abrupto de precios tendría un impacto considerable: el pollo, el arroz y la papa. El kilo de pollo pasó de costar S/4 a S/6 entre el 2020 y el 2021, para luego mantener su precio durante los últimos tres años. El precio del arroz registró un aumento anual del 10 % durante los últimos cinco años, mientras que el kilo de papa pasó de costar S/1.50 a S/3 en ese lapso. Sin embargo, la población ha asumido esta situación con normalidad.

Acciones urgentes

La especulación, la falta de comunicación y de voces autorizadas hace mucho daño al mercado. Nadie puede predecir con exactitud la evolución del clima, pero tampoco es correcto especular para sobrestimar los precios o generar alarma en la población. Por ejemplo, a mediados de septiembre del 2023, se pensaba que el fenómeno El Niño golpearía con agresividad en el verano del 2024. Sin embargo, al 26 de enero, se estima que sus condiciones son cálidas, pero débiles, y que se neutralizarían por completo en marzo.

El Estado tiene que esforzarse por combatir la informalidad que resta competitividad, rentabilidad y capacidad de inversión a los productores. Si los productores son muy pequeños a nivel individual, una salida podría ser promover estrategias de asociatividad por producto, valles u otras características que unan a productores para que puedan acceder en bloque a mejores condiciones de mercado, de financiamiento, o incluso para solicitar proyectos.

Es necesario también qué el Estado siga realizando inversiones en infraestructura y conectividad qué reduzcan los riesgos para el mediano y pequeño productor. Agua, tierras e insumos, son urgentes en las tres regiones del país ¿Qué otras acciones propondrías tú? Déjanos tu opinión.

Te invitamos a profundizar tus conocimientos participando en los programas del sector Agronegocios que ESAN tiene para ti.