
La Sociedad Anónima Cerrada (SAC) y la Sociedad Comercial de Responsabilidad Limitada (SRL) se encuentran entre las figuras societarias más empleadas. Para saber cuál resulta más conveniente de acuerdo al caso, es preciso conocer sus diferencias. Todo dependerá de las formas de capital social, las relaciones entre los socios y los órganos que las gobiernan.
A las SRL se les conoce también como sociedades de personas. En éstas predomina el elemento personal de la confianza, aunque también demanda la responsabilidad de los socios para la gestión de la empresa.
Por otro lado, las SAC consisten en personas jurídicas de derecho privado de naturaleza mercantil, al margen su objetivo social. Sus acciones no pueden ser inscritas en el Registro Público del Mercado de Valores, a diferencia de las Sociedades Anónimas Abiertas.
El de las SRL parte de las aportaciones de los socios, que se dividen en participaciones iguales, acumulables e indivisibles. Éstas no podrán ser incorporadas en títulos valores ni denominarse acciones.
En las SAC, en cambio, el capital social sí está conformado por acciones y se integra a los aportes de cada uno de los socios, quienes no responden personalmente por las deudas sociales. Puede aportarse con vienes dinerarios (efectivo) y no dinerarios (maquinarias, equipos, muebles, entre otros). Además, a diferencia de las SAC, las participaciones no tienen que ser iguales.
Una vez transferida la propiedad al bien de la sociedad, los socios de las SRL solo responden por las obligaciones de la empresa hasta el límite de su aporte. Para que las SRL sean beneficiarias del Programa de Autoempleo y Micro Empresa (Prodame), deben contar con un mínimo de socios y un máximo de seis, mientras que las SAC deben tener entre 7 y 30 aportantes.
Las SRL tienen a la cabeza a un gerente y un subgerente. El primero dirige y administra la sociedad, siendo el representante legal de la empresa. El segundo reemplaza al gerente en caso de ausencia.
Las SAC cuentan con una Junta General de Accionistas. Este órgano supremo está integrado por el total de socios. En el orden jerárquico les siguen el gerente y el subgerente.
Resulta elemental conocer estas diferencias para determinar el tipo de sociedad que nos conviene. El número de socios y el tipo de gestión de la empresa deberán ser los primeros factores a definir.
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