A diecisiete días de las elecciones para elegir un Congreso que complete el período del anterior disuelto, el panorama no es nada prometedor, y no es para menos. Las listas de candidatos en todo el país están compuestas por: o las mismas caras de aspirantes a diferentes cargos de elección popular, o por personajes de dudosa reputación, con denuncias, acusaciones, sentencias y condenas de todo tipo. Pero lo más grave no es eso: la mayoría de candidatos no tiene propuesta de trabajo o no conoce realmente las funciones de un congresista.

¿Hay posibilidad de revertir este horizonte desalentador? Sí, pero para ello hay dos tareas obligatorias que tenemos como ciudadanos. La primera de ellas es informarnos. Ya sea a través de portales públicos que recopilan información sobre los candidatos, o simplemente revisando las redes sociales, podemos saber quién podría tener la mejor capacidad para desempeñar el cargo. No obstante que siempre será una apuesta, es mil veces preferible a votar por alguien solo por la cara, por el apellido o -lo peor- "porque me cae bien".

La segunda tarea se relaciona con la primera y es ir a votar, pero votar informado. En las elecciones no se vota "porque si no voy, me ponen multa".

El voto es la manifestación más grande del poder que tenemos como ciudadanos, la facultad de poner a los mejores representantes y es una manifestación de qué tanto queremos que nos vaya bien como región y como país. Así como le ponemos tanto corazón cuando juega la selección de fútbol y nos duele tanto cuando pierde, del mismo modo deberíamos ponerle dedicación a seleccionar a los mejores congresistas, pero también ir a elegirlos.

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Fuente: ATV+