Espionaje cibernético y amor en la red

Espionaje cibernético y amor en la red

Jóvenes y adultos pueden ser seducidos por estafadores de internet que, en el encuentro cara a cara, terminan robándoles sus bienes. En este artículo publicado en América Economía, Oswaldo Morales, director del programa de Educación a Distancia de ESAN, trata los pormenores de esta problemática.

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Existen casos de jóvenes y también de personas mayores de ambos sexos que fueron seducidos y engañados por estafadores profesionales, quienes luego de entablar una relación física de seducción terminaron robándoles sus bienes. Estos estafadores hacen gala de sus atributos físicos y de su facilidad de palabra para embaucar a sus potenciales víctimas. Hoy en día con la Hace unas semanas me llamó la atención una noticia que circuló en varios medios periodísticos de la región: un caso relacionado con espionaje cibernético en empresas del Medio Oriente y donde la protagonista había sido una mujer llamada Mia Ash.

Que una mujer se vea envuelta en algún caso de espionaje no ha sido algo excepcional en la historia, desde el famoso caso de la Mata Hari sobre el cuál se han hecho varias películas, hasta otros seguramente menos renombrados. Los casos de espionaje corporativo en las últimas décadas también han aumentado, dejando al descubierto un lucrativo e ilegal negocio, comercializando los secretos que las empresas guardan. Pero lo curioso del caso de Mia Ash está en la forma como se produjo el contacto con sus víctimas que eran empleados de importantes empresas y la naturaleza de la relación que desarrolló con cada una de ellas.

Todo empezó a través de un contacto de Mia con estos jóvenes haciéndoles una inocente pregunta en su cuenta de LinkedIn, sin duda, la más importante red profesional del mundo y donde se intercambia información de carácter laboral. Se empezó a generar una relación amical que fue avanzando para después trasladarse a Facebook, donde compartieron más información personal y se podía apreciar a Mia en todo su esplendor a través de selfies, donde ella se mostraba muy atractiva y sexi. No hace falta mucha imaginación para intuir que la relación se fue haciendo más íntima a través de las redes sociales y Mia se fue ganando la confianza de su víctima en un proceso de seducción.

Lee el artículo completo aquí.

Fuente: América Economía