
La gestión de calidad puede definirse como los pasos a seguir para la mejora continua de una organización, pues se enfoca en procesos e individuos para generar calidad y excelencia. Para Roland Leidinger, profesor del PAE en Gestión de Procesos de ESAN, el uso de estas herramientas suma atributos a la compañía, estos pueden reflejarse tanto en el cliente externo como interno.
La gestión de calidad puede considerarse como una manera de dirigir y liderar una organización, ya que su aplicación implica un enfoque sistémico que considera todas las interacciones entre todos los elementos de la empresa. La calidad, noción que trasciende características físicas y funcionales, puede medirse a través de la satisfacción de clientes y usuarios.
El análisis de los procesos es imprescindible para aplicar las herramientas de gestión de calidad. Evaluar la productividad de cada uno de los pasos facilita la implementación de metodologías que tengan como fin obtener resultados exitosos en todos los ámbitos.
Para el especialista de ESAN, uno de los métodos fundamentales para aplicar y medir la gestión de calidad es el Six Sigma. Esta es una filosofía de trabajo que consiste, a grandes rasgos, en medir la ejecución de un proceso, tomando en cuenta todos los factores involucrados: máquinas recursos humanos, materiales, medios y la gestión organizacional, por mencionar algunos.
El primer principio del Six Sigma apunta al cliente como protagonista; en la satisfacción de sus necesidades se halla el éxito de la estrategia. Una vez determinadas estas carencias, se evalúan hechos y datos para definir y analizar sus causas, estableciendo una serie de pasos para resolverlas.
Luego, a través de una gestión de procesos y proactividad, se medirá el rendimiento, la eficacia de las acciones y la valoración del cliente, siempre orientando los resultados a la búsqueda de la perfección y la interconexión entre los equipos.
Además del Six Sigma, existen otras herramientas fundamentales para la gestión de calidad, cuyos principios han alimentado esta metodología. Una de ellas es los Principios de Deming, nombrados por el considerado padre fundador de la gestión de calidad William Edwards Deming.
Estos principios se basan en ser constantes en la mejora de productos y servicios con la finalidad de ser competitivos, permanecer en el mercado y generar empleos. Para ello se requiere una manera distinta de dirigir, incluso con un vocabulario diferente, que no dependa constantemente de la inspección o supervisión para obtener calidad.
Así mismo, el entrenamiento, las barreras, el miedo, la capacitación constante y el liderazgo juegan un papel importante en la transformación positiva de los procesos. Para Demming, planificar, desarrollar, comprobar y actuar son pasos imprescindibles para la mejora empresarial.
Si bien existen muchas herramientas para la gestión de calidad, así como sistemas para auditarla, como los ISO, es necesario desarrollar habilidades y destrezas sobre la gestión de procesos para usar estos instrumentos y concretar las mejoras empresariales.
Fuentes:
Entrevista al docentes Roland Leidinger
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