Hacia una verdadera reforma previsional

Hacia una verdadera reforma previsional

La ayuda a los más vulnerables, la pensión mínima vital, el fortalecimiento de las cuentas personales, y los beneficios tributarios, son aspectos clave a considerar en una reforma del sistema de pensiones. Así lo señala Renzo Ricci, graduado del MBA de ESAN y gerente general de Prima AFP, en este artículo para Semana Económica.

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Todos anhelamos un retiro digno cuando dejemos de trabajar a los 65 años. Y este anhelo está directamente asociado a contar con una pensión de jubilación, producto del ahorro logrado en la etapa laboral y a la rentabilidad que la AFP consiguió con un adecuado mix de inversiones y riesgos.

La foto de hoy muestra que los afiilados que ya cumplieron 25 años en el Sistema Privado de Pensiones tienen en promedio una bolsa de dinero compuesta por un 35 % de aportes y otro 65 % de rentabilidad generada por los equipos de inversiones de las AFP. Hasta aquí todo bien. Pero si queremos velar por la sostenibilidad de las pensiones en nuestro país, es necesario un debate técnico, debidamente analizado y que tenga el consenso de los principales actores involucrados para encontrar el camino correcto hacia una verdadera reforma previsional.

Si ampliamos la mirada, la principal problemática de otros países de la región está en cómo lograr un incremento en las cuentas individuales de sus afiliados, que refunde en mejores pensiones, y cómo hacer para que la cultura y el ahorro previsional lleguen a más personas. En México se está considerando elevar la tasa de cotización hasta 15 % y, para estimular los ahorros voluntarios, diez socios estratégicos han puesto a disposición más de quince mil puntos de atención para depósitos en las principales ciudades del país.

En Chile también se contempla elevar la taza de cotización, gradualmente y durante 8 años, del 10 % al 14 %. Y en Colombia algunos actores han sugerido elevarla de 13 % hacia el promedio actual de los países de la OCDE, de 19 %, y postergar la edad de jubilación a 64 años para hombres y mujeres.

Aplicando la hoja de ruta a nuestro país, los ejes centrales de una mejora de sistema previsional peruano deben contemplar cuatro aspectos:

  • Una subvención por parte del Estado para la población más vulnerable que vive en pobreza extrema. Hoy Pensión 65 es un programa que le demanda al Estado 0.15 % del PBI cada año. Esta podría ser reemplazada por un bono de nacimiento, que -según los cálculos realizados por el Instituto Peruano de Economía (IPE)- representaría un gasto inicial de 0.18 % del PBI, que se reduciría a 0.03 % hacia el 2065. Éste es un escenario no solo más beneficioso para las personas, sino también para las arcas fiscales.
  • Una pensión mínima universal, producto del ahorro de las personas más una subvención que se establezca de antemano y vaya en proporción a los años de ahorro de cada uno. Esto traería consigo un doble impacto positivo; primero, establecería una pensión para todos los peruanos y, segundo, movilizaría al mundo informal, que se vería tentado a generar ahorros al tener una meta con beneficios claros y tangibles.
  • La propuesta de valor de las AFP y sus cuentas personales, para que cada afiliado vaya construyendo su propio fondo. No está de más recordar que la rentabilidad nominal anual promedio de los últimos 25 años ha estado por encima de los dos dígitos, superando a otras alternativas de inversión del mercado. A más ahorro, mayor pensión.
  • Un esquema de beneficios tributarios para los aportes voluntarios. Un buen ejemplo es el de Colombia, donde el ahorro voluntario está exento de impuestos. Incluso, si estos aportes se mantienen por encima del umbral de los diez años, nunca más deberán pagar impuesto a la ganancia de capital.

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Fuente: Semana Económica.