Tras más de 100 días de haber cerrado sus puertas, el 22 de junio de 2020 no era un lunes cualquiera para el retail peruano. Era el día de la reapertura de los centros comerciales con atención directa al público. Los consumidores, por su lado, formaban kilométricas colas −no siempre guardando el distanciamiento social− para ingresar a los establecimientos comerciales considerados no esenciales, que tuvieron prohibida la atención al público durante la fase 1 de la pandemia.

Muchos de estos impacientes clientes salían con grandes bolsas y paquetes de electrodomésticos y equipos electrónicos después de largos días encerrados en sus casas, debido a la cuarentena obligatoria que impuso el gobierno como medida para evitar los contagios de COVD-19. No obstante, no hay billetera que aguante tal ritmo de gasto, sobre todo en una economía como la peruana, en la que más de 6,7 millones de personas perdieron su empleo en el segundo trimestre de 2020, según datos del INEI.

Es así que esta fiebre inicial por las compras fue pasajera. Si bien el tráfico de personas en los centros comerciales −a pesar de las restricciones de aforo− es de alrededor el 80% al registrado en 2019, en el campo de las ventas la historia es diferente.

"La cuarentena tuvo un impacto en varias direcciones. Se estima que la industria del retail perdió 40% de su volumen de ventas durante este periodo. Además, se triplicó el nivel de riesgo de quiebra, sobre todo de los operadores de bienes considerados no esenciales. Al no operar, no producían suficiente caja para cumplir con sus obligaciones, tanto financieras como operacionales", dice Hugo Rodríguez, coordinador del Programa de Alta Especialización en Retail Management de ESAN.

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Fuente: América Economía