El coronavirus y el distanciamiento social: ¿Estamos preparados?

El coronavirus y el distanciamiento social: ¿Estamos preparados?

En Europa y Asia, la propagación del virus ya afectó a sectores importantes, como entretenimiento y comercio. ¿Están listos los líderes peruanos para afrontar una situación similar?

Por: Oswaldo Morales Tristán el 05 Marzo 2020

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"Todos los eventos deportivos en los que se espere una alta presencia de aficionados que provengan de zonas de riesgo (norte de Italia, China, Japón, Singapur, Irán y Corea del Sur) tienen la recomendación de que se celebren a puerta cerrada". Salvador Illa, ministro de Sanidad de España. 

Ante la inminente propagación del virus en varias partes del mundo, y siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los expertos sanitarios, se han empezado a tomar medidas de distanciamiento social, a fin de evitar una propagación de la epidemia. En otras palabras, significa la cancelación de toda clase de eventos públicos y cierre de actividades educativas, laborales y de diversión que impliquen un riesgo de contagio. 

En Asia y Europa

En China e Italia, ciudades enteras fueron puestas en cuarentena. En Japón decidieron suspender las clases en los colegios y lo mismo podría ocurrir con las próximas Olimpiadas de Tokio. La Unión de Asociaciones Europeas de Fútbol ​(UEFA) determinó que algunos partidos de alto riesgo se jueguen sin espectadores, debido a la afluencia de público de países con altas tasas de personas infectadas. En el mundo, el calendario de conciertos y eventos artísticos también sufrirá cancelaciones y suspensiones en ambos continentes. 

Reino Unido ya estimó que, en el peor de los casos, un quinto de su población laboral podría verse infectada con el virus, de seguir el ritmo actual de propagación. En Francia se cerró el museo de Louvre, como iniciativa de los propios trabajadores que temen ser contagiados. Esta conducta es replicada también por los choferes franceses de transporte público. El pánico empieza a generar problemas en los servicios públicos y amenaza con paralizar ciudades enteras en los próximos meses. 

Situación latinoamericana

En Ecuador los primeros casos detectados del virus han desatado una ola de temor en la población. México y Brasil ven aumentar los casos en su territorio de forma alarmante. República Dominicana también ha encontrado personas con el virus dentro de su territorio y, recientemente, Chile y Argentina declararon sus primeros casos. 

El Perú no ha pasado más allá de unos pocos casos no confirmados. Sin embargo, tomando en cuenta las carencias de los sistemas de salud y prevención de los países de Latinoamérica, es probable que el virus ya esté entre nosotros y aún no haya sido detectado, por lo que podría estar esparciéndose entre la población latinoamericana. 

Si el número de contagiados sigue aumentando a este ritmo y se confirma el nivel de pandemia del Covid-19 (nombre técnico del coronavirus), es probable que la cantidad de casos en Latinoamérica aumente de forma exponencial, por lo que deberán tomarse las primeras medidas de distanciamiento social en los países de la región. ¿Estamos preparados para asumir las consecuencias de estas medidas en los próximos meses? 

Los líderes políticos, empresariales y de la población civil latinoamericana deberían pensar en la mejor forma de mitigar los efectos del coronavirus.

Me atrevería a pensar que no. Los líderes políticos y dirigentes empresariales están observando la forma como el virus se esparce inmisericordemente en otras latitudes, pero ignoran que lo mismo podría ocurrir en nuestros países en un plazo relativamente corto. 

Consecuencias directas

¿Hemos pensando en qué ocurrirá cuando las instituciones públicas se vean imposibilitadas de recibir a las personas que realizan trámites burocráticos, cuando los juzgados dejen de atender al público, cuando los bancos decidan cerrar sus oficinas, cuando los colegios y las universidades deban cerrar sus instalaciones? 

Los empresarios grandes, medianos y pequeños, formales e informales, sufrirán por igual los embates de los efectos colaterales del virus. La gente no querrá salir de sus casas por temor a contagiarse, los restaurantes quedarán vacíos y los taxistas dejarán de ofrecer sus servicios, paralizados por el miedo. De igual forma, se restringirán las actividades deportivas y de diversión. Los estadios se cerrarán, los conciertos se cancelarán e, incluso, habrá temor de celebrar una fiesta en el barrio. 

Una vez que las empresas decidan cerrar sus oficinas y trabajar a distancia o utilizar el teletrabajo, en el mejor de los casos, ¿cuánto tiempo podrán aguantar? ¿Están preparadas para migrar con rapidez a esta forma de trabajo? Sin duda, la tensión social aumentará y, en nuestros países ya convulsionados, esta situación puede ser altamente combustible y llevarnos, en los peores escenarios, a reacciones violentas. 

Parece una visión apocalíptica de la situación, pero considero que los líderes políticos, empresariales y de la población civil latinoamericana en general deberían pensar en la mejor forma de mitigar estos efectos. Parece tratarse de una película de ciencia ficción y terror, pero no somos conscientes de que esta realidad se encuentra muy cerca de nuestros países. ¿Qué acciones consideras más importantes para evitar esta situación en un futuro cercano? Compártenos tu opinión.

Los líderes políticos, empresariales y de la población civil latinoamericana deberían pensar en la mejor forma de mitigar los efectos del coronavirus.

Oswaldo Morales Tristán

PhD en Estudios Internacionales de Graduate School of Asia Pacific Studies de la Universidad de Waseda, Japón. MBA de ESAN. Maestría en Economía y Regulación de los Servicios Públicos de la Universidad de Barcelona. Maestría en Derecho Empresarial y Abogado de la Universidad de Lima. Director de Educación a Distancia de ESAN. Realizó estudios de diagnóstico de cultura organizacional y clima en empresas de diferentes sectores, propulsor de la importancia de la cultura organizacional como factor determinante en la estrategia de las empresas. Actualmente trabaja en la incorporación de elementos culturales como herramienta de desarrollo en contextos globales.

 

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