
Hasta el 2021 se registraron más de 560 derrames de petróleo en la Amazonía. En una situación así, la gestión de desastres ambientales en las comunidades afectadas es clave.
En lo que va del 2022, han ocurrido distintos desastres ambientales en el Perú. Hechos que no solo han contaminado el medio ambiente, sino que también han paralizado la actividad económica de diversas comunidades. Uno de los últimos afectó al río Marañón (Loreto) y a cientos de pobladores de la quebrada Cuninico. En un escenario así de grave, la gestión y manejo de conflictos con las comunidades es una estrategia fundamental y hay que saber ejecutarla.
En septiembre, PetroPerú produjo un derrame de petróleo en el río Marañón que dejó sin agua ni alimentos a, por lo menos, seis comunidades indígenas de Cuninico. Además, de acuerdo a la Defensoría del Pueblo, algunas especies "han sido afectadas".
Unos meses atrás, la empresa petrolera Repsol derramó 11 900 barriles de petróleo en el litoral peruano. Este hecho fue catalogado el peor desastre ecológico de los últimos años en el Perú.
Y así como éstos, hay muchos más ejemplos. De hecho, entre 1997 y 2021 se registraron 566 derrames de petróleo en la Amazonía, según la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). en la costa sucedieron 404 y en la sierra solo 5. Con relación al total de hidrocarburos derramados, se calcula que son más de 87 mil barriles.
Solo en el ámbito del Lote 192 de la región Loreto se produjeron, al menos, 19 emergencias ambientales durante el 2020, según un informe de la Defensoría del Pueblo.
La situación que enfrenta una empresa tras protagonizar un desastre ecológico es bastante compleja. No solo debe lidiar con el daño causado a las comunidades. Además, tendrá que responder a grupos de interés, prensa y otras organizaciones.
Para gestionar una crisis de tal magnitud, la empresa deberá actuar de forma estratégica y bajo la normativa legal vigente. Por ello, lo ideal es establecer un enfoque de gestión de beneficios mutuos que, entre otras cosas, contemple:
La divulgación de información permitirá reconstruir la confianza y credibilidad de una empresa. En una época en donde todo se comparte por Internet, ocultar información es perjudicial para la gestión de una crisis. La honestidad es un pilar fundamental en el manejo de cualquier tipo de crisis, esto incluye las ambientales.
Por otro lado, conviene que el enfoque de gestión reconozca las preocupaciones y demandas de los afectados. Y es que minimizar o desatender a las personas dañadas solo agravará la crisis. Asimismo, en aras de sostener una buena relación con las comunidades, la empresa debe admitir sus errores y responsabilidades en el desastre.
La empresa deberá designar un portavoz. De preferencia, un profesional creíble, con experiencia en gestión de crisis y que transmita serenidad. Será este portavoz quien estará a cargo de mantener la comunicación con las poblaciones afectadas. Asimismo, transmitirá los avances logrados para resarcir los daños generados.
En conclusión, cuando ocurre un desastre ecológico, una empresa debe desarrollar y llevar a cabo una gestión eficaz y diferente a las tradicionales o legalistas. Solo así, podrá encarar un desafío tan grande como tal.
Consulta a: Kety Jauregui, docente de ESAN Graduate School of Business.
Fuentes bibliográficas:
Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (2022). La sombra de los hidrocarburos en el Perú.
Defensoría del Pueblo (2021). Informe de Adjuntía N° 19-2021-DP/AMASPPI.
La Mula (2022, 24 de enero). Derrame de petróleo de Repsol y crisis ambiental en el mar peruano.
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