Criterios ASG: Un paradigma de inversión para la generación de rentabilidad responsable

Criterios ASG: Un paradigma de inversión para la generación de rentabilidad responsable

Los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) representan una alternativa de inversión que invita a las empresas a maximizar su valor económico elevando su nivel de desempeño y rentabilidad de forma sostenible.

Por: Sandor Lukacs de Pereny el 18 Noviembre 2022

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La pandemia propició que muchas empresas, inversionistas e instituciones pusieran su atención en los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG). Este enfoque de gestión de portafolios de inversión busca propiciar rentabilidades en lo social y ambiental. Sin embargo, las empresas primero deben entender, asimilar y apropiarse de estos lineamientos previo a integrarlos en su estrategia organizacional, en sus operaciones o a lo largo de su cadena de valor. Ahora bien, la incorporación del paradigma ASG es fuertemente dependiente de la voluntad y capacidad de los líderes según cada organización y sector.

Liderazgo para el cambio

La incorporación de las directrices ASG demanda un cambio de mentalidad. El líder de una estrategia organizacional debe ser el primer colaborador capaz de provocar y promover cambios al interior de la estructura de la empresa, sea esta pública o privada. Sin embargo, la decisión de abrazar una nueva filosofía de gestión integral no depende solo de la voluntad o de las ganas del líder, sino que está supeditada a factores como el nivel de riesgo de la inversión, el potencial nivel de eficiencias (ahorro) mismos que apalanquen resultados económicos atractivos. En otras palabras, generar beneficios tanto para el negocio en términos de competitividad (marketshare) como para los inversionistas en términos de retornos de inversión (return on investment). También es importante determinar cómo se motivará a los colaboradores independientemente de su ubicación jerárquica en la organización en aras de la integración de los criterios ASG como parte de la cultura corporativa y propósito de esta.

En la actualidad existen diversos programas globales que, más allá de ser cuestionables o no, inciden de manera directa en la toma de decisiones fomentando de esta forma la adhesión a las directrices ASG. Un ejemplo es la Agenda 2030 en línea impulsada por el Foro Económico Mundial (WEF) en simultáneo con la ONU. En similar tenor, las cada vez más crecientes y estrictas regulaciones especialmente en el plano medioambiental ―sobre todo en la Unión Europea― vienen teniendo un considerable impacto en la promoción de este tipo de inversiones.

Por esta razón, el rol del líder es esencial para gestionar una visión futura acorde a la visión de sus acreedores y de los grupos de interés, además de estar alineada con el cuidado del medioambiente. En consecuencia, es necesario crear una estructura al interior de la organización para facilitar, monitorear y administrar mejoras en las prácticas corporativas y empresariales. Liderar el cambio implica pues entender el funcionamiento presente y futuro de los mercados, de las necesidades y expectativas de la sociedad y gobiernos a fin de entender cómo impulsar la sostenibilidad del negocio.

En este contexto, es esencial destacar que los resultados esperados en el marco del paradigma ASG no son cortoplacistas, sino de largo aliento. Por ello, el reto actual de muchos líderes empresariales, del sector público e incluso de entidades internacionales y supranacionales consiste en sopesar las necesidades de la empresa en un entorno de crisis global que exige resultados económicos inmediatos. Sin duda, la incertidumbre es lo que espanta las inversiones de largo plazo.

¿Oportunidades para la rentabilidad?

Nadie es ajeno al hecho de que la crisis actual, caracterizada por tasas de inflación muy elevadas en simultáneo con el aumento de los precios de los alimentos, combustibles y demás bienes de consumo masivo, tiene un fuerte impacto en la manera como los inversionistas miden la temperatura de la coyuntura actual. También es cierto que, si revisamos la historia específica de los ciclos económicos de los últimos cien años, notaremos que todo periodo de crisis también representa una oportunidad para los inversionistas para acelerar ciertos cambios organizacionales y capitalizar oportunidades donde otros solo ven problemas.

Todos hemos sido ―y seguimos siendo― testigos de cómo la pandemia aceleró los procesos de digitalización y dependencia tecnológica en las áreas de la comunicación y el desarrollo de los negocios. Por ello, consideramos que, si bien el panorama global no es el más alentador, existe una alta probabilidad de que quienes sepan aprovechar esta época apostando por inversiones ASG cosecharán altas rentabilidades caracterizadas por intervenciones positivas y medibles de índole social y medioambiental. Dicho de otra forma, los visionarios verán fortalecidas la legitimidad y competitividad de sus organizaciones.

Es clave calibrar la expectativa cortoplacista con una mirada puesta en el futuro. Según diversos estudios, las organizaciones que eligen un cambio hacia la sostenibilidad tienen más posibilidades de sobrevivir en épocas de crisis, frente a las que conservan la mentalidad business as usual, traducida como el arcaico ‘así lo hemos hecho siempre’.

¿Cómo cambiar de paradigmas?

Según varios reportes publicados por reconocidas consultoras, las generaciones millennial y centennial han sido más expuestas a escenarios ambientales futuros poco alentadores. En consecuencia, su conciencia socioambiental es mayor y más activa frente a los baby boomers o la generación X. Esta comprensión es fundamental, porque las empresas que, por ejemplo, producen cierto tipo de bienes o servicios, están obligadas a alinear su estrategia corporativa con las expectativas, necesidades e, incluso valores de estos consumidores que dominan y dominaran el mercado laboral y de consumo.

Es aquí donde la apuesta por una perspectiva ASG también ofrece más posibilidades de fidelización del cliente (si lo vemos desde una lente meramente transaccional), en lugar de mantener la misma forma de actuar convencional. Al respecto, según un estudio de la Universidad de Harvard, la venta de productos sostenibles tiene seis veces más posibilidades de concretarse que los productos de una empresa tradicional. Por ejemplo, si una camisa contiene algodón proveniente de áreas libres de esclavitud infantil o laboral, es una venta realizada propiciada por una lectura de las expectativas y valores de la sociedad traducida en ganancia para la empresa, sus colaboradores, inversionistas y el fisco.

Lo mismo ocurre si el empaque de un chocolate se fabrica con materiales reciclables y si este además proviene de cultivos de cacao libres de deforestación (sobre todo relacionada con relación a la palma aceitera). Así, la empresa tendrá más oportunidades de que su producto sea aceptado, comprado, consumido y que este ciclo se repita bajo la lógica de la fidelización del cliente. La meta es desarrollar una nueva bandera para hacer negocios cosechando retornos competitivos vía la gestión de rentabilidades responsables.

Progresos globales

Diversos actores en mercados de todo el mundo han mostrado algunos progresos relacionados con la adopción de los criterios ASG. Primero, echemos un vistazo al contexto actual para entender hacia dónde va esta tendencia. Un artículo de Financial Times que aborda ocho temas esenciales relacionados con criterios ASG para el 2022 subraya que el mercado de bonos sostenibles alcanzó USD 991 mil millones, un 45 % más que en el 2020. Asimismo, la Net-Zero Banking Alliance (NZBA), cuyo objetivo es descarbonizar los portafolios de inversión para el 2050, indica que hoy existen 43 bancos de 23 países que son miembros de esta alianza.

Por su parte, la multinacional de banca y servicios financieros HSBC sostiene que el mercado de bonos verdes bordeará los USD 800 mil millones al cierre de este año, mientras que los bonos sostenibles registrarán un aumento del 70 %, equivalente a USD 170 mil millones.

Un tercer estudio subraya que el mercado de inversiones tiene dos prioridades: (1) la búsqueda de data confiable para tomar decisiones, incluidos los aspectos relacionados con el marco regulatorio de los mercados donde se opera; y (2) el diseño, la implementación, el monitoreo y la innovación de estrategias para incorporar los parámetros ASG en los procesos de toma de decisiones relacionados con la cartera de inversiones según corresponda.

Es importante comentar que múltiples referentes, como el DJSI Index, el MSCI Index y el FTSE4Good Index, monitorean el desempeño de las empresas en sus aristas ASG. En muchos casos, ello puede ser determinante en relación con la credibilidad del desempeño de una empresa.

Tibios avances locales

En el Perú, aunque ha habido ciertos progresos destacables, aún persiste una reticencia o una falta de capacidad del empresariado nacional para volcar sus inversiones bajo un enfoque ASG. No obstante, vale la pena comentar que el mercado peruano hoy cuenta con 15 empresas de cinco sectores distintos que forman parte del índice Dow Jones Sustainability MILA Pacific Alliance.

Este índice reemplazó al de la Bolsa de Valores de Lima (BVL) y agrupa a un conglomerado de empresas de Chile, Colombia, México y Perú, países miembros de la Alianza del Pacífico. Entre las empresas peruanas que agrupa destacan Cementos Pacasmayo, Ferreycorp, Unacem, Aceros Arequipa, InRetail y BBVA Perú, entre otras.

Perspectivas para el mercado latinoamericano

Las perspectivas de crecimiento para Latinoamérica no son muy alentadoras. Por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) contrasta el crecimiento regional del 2021, que fue de 6.2 %, con el del 2022, que, en un escenario optimista sería solo del 2.1 %. Esta proyección estaría influenciada por la necesidad de los países miembros de la Cepal de fortalecer sus economías mediante la adopción de políticas públicas, la distribución de recursos y la generación de empleo en simultáneo con estrategias monetarias desplegadas para contener los efectos de la inflación dentro de los márgenes posibles.

Por otra parte, entre las proyecciones positivas resalta el hecho de que se espera que la región retorne la senda económica prepandémica a partir del primer semestre del 2025.

En similar enfoque, Standard Chartered sostiene que los mercados emergentes representan una inversión total de USD 83 mil millones de aquí al 2060. En este sentido, la posibilidad de inversiones de impacto, enmarcadas en las directrices ASG, abrirían grandes posibilidades para proyectos de impactos positivos, siempre y cuando se realicen los estudios y se adopten y monitoreen las acciones correspondientes.

El Perú es la sexta economía en Latinoamérica y la BVL ya inició la transacción de bonos verdes buscando transitar hacia una economía baja en carbono o, más precisamente, una economía entendida como más limpia bajo los parámetros de quienes impulsan y apoyan la agenda global pro-descarbonización.

Conclusiones

Sobre el mercado peruano, es indispensable acotar que, según el portal Climate Bonds Initiative, cerca del 9 % de los bancos nacionales hoy representan perfiles emisores de bonos Voluntary Sustainability Standards (VSS+). Al respecto, el Perú ha tomado acciones para facilitar el acceso a este tipo de mercados, donde se avizoran más oportunidades de inversión. Asimismo, en febrero de este año, el Ministerio del Ambiente (Minam) oficializó el lanzamiento de la hoja de ruta hacia las finanzas verdes, donde propone objetivos específicos distribuidos en tres años. Por su lado, la BVL impulsa, desde el 2014, diversas iniciativas enfocadas en el desarrollo de mercados amparados en la lógica ASG.

Sin duda, los criterios ASG ofrecen una perspectiva de gestión más responsable de las compañías y los inversionistas interesados en proyectos e iniciativas con impacto positivo en lo social y ambiental, pero también con retornos económicos atractivos. No obstante, es importante recordar y reconocer que este tipo de directrices son meros instrumentos o herramientas de gestión y no las soluciones para todos los males o retos de nuestra sociedad contemporánea. Serán la manera de usar y aplicar estos lineamientos lo que gatillará o no los cambios sustanciales en esta nuestra sociedad global.

También es oportuno considerar que los escépticos y críticos de los parámetros ASG arguyen que este tipo de formatos de gestión de inversión son susceptibles a especulación, generación de expectativas falsas y/o de prácticas malsanas y antiéticas, como el greenwashing. En ese escenario, se espera que el Estado juegue un rol más activo en establecer las reglas claras del juego y promover de esta manera una cultura de incentivos, pero también de sanciones a quienes no cumplan o no se suscriban a los lineamientos de gestión de rentabilidades responsables específicas y demostrables. Será el tiempo el que determine la calidad y alcance de los resultados obtenidos, de los errores cometidos, de las correcciones implementadas y de las innovaciones futuras en esta materia.

*Sandor Lukacs de Pereny es docente de los Programas en Sostenibilidad de ESAN

Si quieres aprender más, participa en los Programas en Sostenibilidad de ESAN Graduate School of Business.

Los criterios ambientales, sociales y de gobernanza (ASG) ofrecen una alternativa de gestión más responsable para inversionistas interesados en proyectos e iniciativas con impacto positivo en lo social y lo ambiental.

Sandor Lukacs de Pereny

Ph.D. en Organization and Management por la University of New South Wales (UNSW), Australia (becario UNSW). Master in International Development (Sustainability Major) por la University of Pittsburgh, EEUU (becario Fulbright). Posee más de 20 años de experiencia laboral. Fue Jefe de Desarrollo Sostenible en Alicorp donde se enfocó en temas medioambientales como la gestión del agua y energía, abastecimiento sostenible y optimización del tratamiento de residuos sólidos y reciclaje. También, ha sido Jefe de Operaciones para Sodexo Perú y Sodexo Argentina, destacando entre sus labores la gestión logística en sitios remotos y el desarrollo de cadenas productivas sostenibles. Adicionalmente, se desempeñó como consultor senior para el Mincetur como parte del plan de mejoras de gestión operativa de empresas turísticas de Arequipa y Lambayeque. Ha sido docente en programas de pregrado, posgrado y educación ejecutiva en USIL, UPC, ESAN y UNSW.

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