
Contar con empleados altamente capacitados, y que además trabajen en equipo, es fundamental para que las empresas aumenten su productividad y consigan mejores resultados.
Esta es una tendencia que va en aumento, pues las organizaciones que cuentan con un equipo de alto rendimiento, promueven muchas buenas prácticas dentro de la compañía, como el respeto mutuo, la buena gestión comercial y el liderazgo para enfrentar prácticamente cualquier desafío.
Los equipos de alto rendimiento suelen tener mejores resultados porque unifican y potencian los conocimientos, habilidades y experiencias de un número de personas que van en una misma dirección. Al luchar juntos por un propósito común, se crean más alternativas en conjunto para lograrlo.
Estos grupos poseen características excepcionales como:
Formar equipos de alto rendimiento trae una serie de beneficios para la empresa. Entre ellos destacan:
Para que las compañías puedan tener equipos de alto rendimiento es indispensable que fomenten las actividades grupales, como las brainstorming o lluvia de ideas, eventos donde puede asistir el equipo y los integrantes se complementen mucho mejor. Asimismo, es importante que estén en constante capacitación para que el conocimiento y la creatividad siempre estén presentes. Además, este tipo de acciones también despiertan el sentido de pertenencia entre los colaboradores.
En conclusión, los equipos de alto rendimiento representan un gran activo para las empresas. Gracias a la labor de sus integrantes, las organizaciones pueden superar mejor las crisis, enfrentar cambios en el mercado y llevar a cabo sus procesos de una mejor manera.
Fuentes:
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Lydia Arbaiza, decana de ESAN, destacó en Gestión que la orientación a resultados es la filosofía clave para que las empresas peruanas trasciendan la coyuntura y aseguren su sostenibilidad. Arbaiza soslayó que, siguiendo el ejemplo de gigantes como Alicorp o AJE, las organizaciones deben adoptar una cultura de ejecución y medición constante.
Carlos Aguirre, profesor de los Programas del área de Finanzas de ESAN, analizó en Gestión la delicada convivencia entre el Consejo de Familia (que vela por el legado) y el Directorio (enfocado en la estrategia y meritocracia) en las empresas familiares. Para mitigar estos conflictos, priorizó la importancia vital del Protocolo Familiar: un marco normativo que actúa como árbitro para garantizar que la armonía familiar no sacrifique la competitividad del negocio.
Jhonnatan Horna, profesor del área de Operaciones y Tecnologías de la Información de ESAN, precisó en Gestión que la adopción de la IA no es un desafío tecnológico, sino de gestión del cambio. El docente sostuvo que, para evitar que estas herramientas terminen abandonadas, los líderes deben priorizar la utilidad real sobre la novedad y crear un entorno seguro donde el equipo pueda experimentar sin miedo al error.