
Si una organización desea sostener su ventaja competitiva, necesita empleados motivados y deseosos de aprender y adaptarse a medida que cambian sus roles junto con la empresa. Las compañías de hoy en día requieren de personas que, además de cumplir sus objetivos, sean capaces de demostrar iniciativa y creatividad para superar sus propias metas.
Para ello, el coaching, mentoring y counseling son tres procesos vitales en la gestión y desarrollo del talento. Forman parte del trabajo del líder como gestor humano. Un buen directivo no solo "hace el trabajo" o está orientado a tareas, sino que también debe tener una mentalidad de desarrollador humano. Actualmente, se cree que el verdadero logro de un líder es ayudar a los trabajadores a completar su tarea de manera óptima, a la vez que se les motiva a alcanzar y dar lo mejor de sí mismos.
En este sentido, la capacidad de hacer coaching, mentoring y counseling debe ser propiedad de cualquier superior o ejecutivo encargado del desarrollo de los recursos humanos y la gestión del talento. Son herramientas vitales para poder empoderar, motivar y alentar a los colaboradores a lograr un objetivo común.
En primer lugar, el coaching es un proceso mediante el cual los individuos adquieren las destrezas, habilidades y conocimiento que necesitan para desarrollarse profesionalmente y ser más efectivos en sus trabajos. Cuando se capacita a las personas, pueden aumentar tanto su desempeño en sus labores actuales como su potencial para hacer más en el futuro.
Por su parte, el mentoring es una relación de desarrollo o tutoría en la que un empleado más conocedor ayuda a guiar a otro menos entendido. Se trata de una relación continua de aprendizaje, diálogo y desafío y, por lo tanto, abarca más que simplemente responder preguntas ocasionales o proporcionar ayuda ad hoc.
El counseling, por último, es un proceso de apoyo en el cual un supervisor ayuda a sus subordinados a resolver los problemas personales que afectan su desempeño. Abarca reuniones individuales con un trabajador con el fin de que reconozca la diferencia entre el rendimiento real y el esperado. Asimismo, identifique la fuente del problema y desarrolle un plan de acción para llevar el rendimiento a las expectativas mínimas, si no más altas.
Un gerente con estas habilidades clave de gestión de personas es competente para formar y guiar a equipos de alto rendimiento. Dedicados a obtener mejores resultados finales, estos equipos son los encargados de liderar la innovación y hacer contribuciones importantes al plan estratégico de una organización.
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Fuentes:
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Lydia Arbaiza, decana de ESAN, destacó en Gestión que la orientación a resultados es la filosofía clave para que las empresas peruanas trasciendan la coyuntura y aseguren su sostenibilidad. Arbaiza soslayó que, siguiendo el ejemplo de gigantes como Alicorp o AJE, las organizaciones deben adoptar una cultura de ejecución y medición constante.
Carlos Aguirre, profesor de los Programas del área de Finanzas de ESAN, analizó en Gestión la delicada convivencia entre el Consejo de Familia (que vela por el legado) y el Directorio (enfocado en la estrategia y meritocracia) en las empresas familiares. Para mitigar estos conflictos, priorizó la importancia vital del Protocolo Familiar: un marco normativo que actúa como árbitro para garantizar que la armonía familiar no sacrifique la competitividad del negocio.
Jhonnatan Horna, profesor del área de Operaciones y Tecnologías de la Información de ESAN, precisó en Gestión que la adopción de la IA no es un desafío tecnológico, sino de gestión del cambio. El docente sostuvo que, para evitar que estas herramientas terminen abandonadas, los líderes deben priorizar la utilidad real sobre la novedad y crear un entorno seguro donde el equipo pueda experimentar sin miedo al error.