
El riesgo operacional es toda contingencia que pueda ocasionar pérdidas a una organización. Puede deberse a errores tecnológicos o humanos, de procesos internos imperfectos o defectuosos, o a raíz de hechos ajenos a la propia empresa (accidentes, fraudes, por ejemplo). El Comité de Basilea promulgó una definición más completa en el Nuevo Acuerdo de Capital de 2004. En dicho informe, lo definió como "el riesgo de pérdida resultante de una falta de adecuación o un fallo de procesos, el personal y los sistemas internos o bien de acontecimientos externos".
La medición del riesgo operacional es un aspecto complejo y trascendental, aunque puede ejecutarse con eficacia a través de los tres enfoques propuestos por el Comité. Todos estos métodos ayudarán a calcular los requerimientos de capital por riesgo operacional.
Se trata de la metodología más elemental presentada por el Comité, por lo que conviene ser utilizada por entidades financieras pequeñas cuyas operaciones todavía no son complejas. Cubre el riesgo operacional con un capital equivalente a un porcentaje fijo de los ingresos brutos positivos anuales de los últimos tres años. Para ello, primero mide el riesgo operativo para toda la organización; luego, designa los resultados arrojados en la fase anterior a las líneas operativas. En definitiva, consiste en un enfoque simple cuya aplicación es recomendable.
Al igual que el anterior, es un modelo top-down; es decir, fija la carga de capital por riesgo operacional de forma agregada para toda la entidad y determina el resultado mediante un proceso de arriba hacia abajo. De acuerdo a este enfoque, las actividades de los bancos se separan en ocho líneas de negocio: finanzas corporativas, ventas y negociación bursátil, banca minorista, banca comercial, pagos y liquidaciones, servicios de agencia, administración de activos y corretaje minorista. El ingreso bruto funciona como indicador para calcular tanto la escala de las operaciones comerciales como la posible exposición al riesgo operacional en cada línea.
Una entidad financiera debe cubrir ciertos aspectos para emplear este enfoque. Por ejemplo, debe contar con la participación de la junta directiva y la alta dirección en la supervisión del marco de gestión del riesgo operativo. Asimismo, poseer un sólido sistema de gestión de riesgo operacional que esté integrado integralmente en la empresa.
El Comité califica este método como el más sofisticado de todos. En este enfoque, los requerimientos de capital son establecidos por el sistema de medición de riesgo operacional interno de la organización. Es un método bottom-up; es decir, se basa en datos internos desglosados mediante procesos de abajo hacia arriba. Con él, una entidad financiera puede construir su propio modelo empírico para cuantificar el capital solicitado para el riesgo operacional. Las metodologías AMA son más sensibles al riesgo, pero a la vez más costosas y complejas.
En el sector financiero, el cálculo del riesgo operacional sigue siendo un procedimiento delicado y complejo. Sin embargo, con los enfoques introducidos por el Comité de Basilea, una entidad de esta industria conseguirá realizar una adecuada cuantificación que le permitirá operar sin exponerse a peligros.
También puedes leer:
¿Qué es la gestión cuantitativa de riesgo operacional?
Fuentes:
Universia Business Review. El nuevo acuerdo de Basilea y la gestión del riesgo operacional.
Riesgos Cero. "3 enfoques para medir el riesgo operacional".
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