Los sesgos cognitivos distorsionan la imagen de uno o varios colaboradores ante el resto del equipo y dificultan los procesos de cambio e innovación en la organización. Aprendamos a detectarlos a tiempo.
¿Cuántas veces hemos visto por primera vez a una persona en nuestros centros de trabajo y nos hemos hecho una idea de cómo es solo con base en su aspecto o comportamiento? ¿En cuántas oportunidades hemos creído que un compañero con menos experiencia o en una posición jerárquica menor a la nuestra no podría tener una opinión válida sobre determinados temas y hemos decidido no prestarle atención?
En nuestra vida profesional, estos comportamientos son más comunes de lo que pensamos y no se generan de manera racional, sino como consecuencia de nuestros diferentes sesgos cognitivos. Estos también pueden afectar los proyectos de cambio, transformación o innovación de nuestras organizaciones. En este artículo, nos enfocaremos en conocerlos, comprender el impacto que podrían generar y cómo gestionarlos de la mejor manera posible.
Un sesgo cognitivo es un mecanismo mental que se activa de forma involuntaria y sin la conciencia del individuo para ayudarlo a interpretar la realidad de manera rápida y eficaz, pero que puede crear impresiones, juicios, percepciones o evaluaciones erradas. Existen un sinnúmero de sesgos inconscientes, pero los que más afectan la dinámica de las organizaciones son los siguientes:
Sesgo cognitivo de la certeza. Se produce cuando se cree estar siempre en posesión de la verdad, ya sea por miedo a sentirnos avergonzados o por soberbia. Puede provocar que se tomen decisiones poco objetivas e impulsadas, sobre todo, por la necesidad de hacer valer nuestro punto de vista.
Sesgo cognitivo de confirmación. Se produce al buscar información de manera selectiva para confirmar nuestras suposiciones o expectativas. Afecta la capacidad de pensamiento crítico y limita la objetividad, lo que conduce a un análisis poco objetivo que genera la pérdida de oportunidades.
Sesgo de conformidad. Se produce al cambiar de opinión o comportamiento para buscar la aceptación del grupo, aunque en realidad no se coincida con lo que piensan los demás. Puede limitar nuestra creatividad.
Sesgo del statu quo. Se genera cuando se prefiere que las cosas permanezcan tal y como están. Su presencia puede traer consigo resistencia al cambio y estancamiento de la organización.
Sesgo de atribución de rendimiento. Se produce cuando, de manera inconsciente, se cataloga a ciertas personas como “naturalmente talentosas” y a otras como “alguien con suerte”. Puede generar un clima laboral tenso, producto de conflictos o competencias, y afectar de manera negativa la autoestima de las personas catalogadas.
Sesgo del efecto halo. Se produce al emitir juicios de valor positivos a partir de información limitada. Puede generar que se coloque a un colaborador en un pedestal y se pasen por alto los comportamientos negativos que pudiera tener.
Sesgo del efecto cuerno. Es contrario al efecto halo. Se produce una impresión negativa de una persona en función de un solo atributo o una situación. Puede generar la percepción de que un colaborador no es lo suficientemente bueno solo porque se equivocó una vez.
Los cambios, transformaciones o innovaciones son liderados por equipos conformados por personas, las cuales suelen tener creencias y valores que determinan su comportamiento. Si dentro de ellas existen uno o varios de los sesgos antes vistos, es probable que se presenten diversos problemas durante el desarrollo de estas iniciativas.
Los sesgos pueden obstaculizar la toma de decisiones y afectar el liderazgo, además de generar un nivel inapropiado de colaboración, ausencia de un flujo dinámico de nuevas ideas, falta de coordinación y conflictos entre los involucrados. Todo ello hará más complejo el proceso de aceptación y adaptación al cambio o innovación.
Para reducir el impacto de los sesgos, primero hay que tomar conciencia de que existen. Ello permitirá reconocerlos cuando aparezcan y tomar acción. Si nos hallamos inmersos en un proceso de cambio, transformación o innovación, sería recomendable, antes de iniciar el proyecto, que cada miembro del equipo realice una autoevaluación.
Luego, se pueden compartir los resultados en una dinámica grupal y desarrollar acciones de manera colaborativa para lidiar con los sesgos. Aplicar la empatía y establecer reglas que mitiguen el impacto de los sesgos podrían ser algunas alternativas válidas. ¿Qué otros sesgos inconscientes conoces y cómo crees que afectan a los proyectos de cambio, transformación o innovación? Déjanos tu opinión.
*Jessica Alzamora es docente de los programas en Administración de ESAN
Antes de un proceso de cambio, transformación o innovación, es recomendable que cada miembro del equipo realice una autoevaluación para detectar posibles sesgos cognitivos y mitigar su impacto.
Directora de la Maestría en Organización y Dirección de Personas de ESAN. Es coordinadora e investigadora del equipo GEM Perú. Se desempeña también como profesora del área académica de Administración en ESAN Graduate School of Business. Ph. D. en negocios por la Universidad de Granada, España. MBA por ESAN con especialización en Finanzas. Economista de profesión. Cuenta con experiencia en gestión de unidades de negocio y desarrollo e implementación de proyectos. Se ha desempeñado como consultora en diagnóstico empresarial, desarrollo de planes de negocios, planes estratégicos, planes de marketing y gestión de proyectos ágiles. Ha sido docente en temas de emprendimiento, innovación, metodologías ágiles, gestión del cambio y planeamiento estratégico. Es coordinadora e investigadora del equipo GEM Perú. Sus intereses de investigación se enfocan en los ámbitos de emprendimiento, innovación, pymes y comportamiento del consumidor social. Ha publicado diversos artículos académicos en Journals internacionales de reconocido prestigio.
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