El 11 de noviembre de este año, el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) anunció la liberación de la nueva variedad de quinua INIA 446-ATIPAQ. Su alta calidad y capacidad de rendimiento incrementaría en más del 60 % la rentabilidad económica del pequeño y mediano productor. Si bien se trata de una noticia muy positiva, también nos permite reflexionar sobre la situación en que se encuentra la innovación agrícola en el Perú y su potencial de desarrollo para los próximos años.

Oportunidades de crecimiento

La genética es un campo con un desarrollo muy amplio a lo largo de la historia. En el caso del agro, cada vez nos enfrentamos con mayor rapidez a nuevos retos en el desarrollo de los cultivos. Por eso, es importante desarrollar nuevas variedades de productos, como la quinua, la papa o el maíz, ya que se adaptarán mejor a las inclemencias del clima y a la presión de las plagas y enfermedades.

El desarrollo de nuevas variedades de cultivo aumenta la competitividad internacional del agro peruano al permitirnos disponer de productos novedosos y diferentes al resto que serán preferidos por el mercado. En ese sentido, por ejemplo, la quinua ya se enmarca en la tendencia global de los superfoods, pero otorgarle una característica que enriquezca su perfil sería todavía más ventajoso para los productores nacionales.

Desde el punto de vista del mercado, la nueva variedad de un producto agrícola puede implicar una mayor plasticidad para su utilidad gastronómica o un aumento de su valor nutricional. Por el lado del agricultor, su desarrollo le permitirá aumentar sus ganancias por hectárea o agilizar el proceso de cosecha para ganar rentabilidad.

Situación actual

Además de la nueva variedad de quinua, este año también se anunció que el Perú contaría con tres nuevas variedades de papa: CIP-Poderosa Crocante, CIP-Poderosa Pollera y CIP-Poderosa Watia. Las dos primeras serían aptas para el procesamiento industrial en bastones, mientras que la última sería más idónea para el horneado.

No obstante, el desarrollo genético del Perú es aún muy incipiente. Esta situación es preocupante si consideramos la ventaja estratégica del país, por su biodiversidad, frente a sus principales competidores en todo el mundo. Hoy, los proyectos de innovación se enfocan en los productos más tradicionales, pero sería necesario apuntar al desarrollo de nuevas variedades de otros productos agrícolas menos conocidos.

Falta de visión e innovación

Perú es un país a media tabla en el índice global de innovación, por la debilidad institucional y una pobre cultura de innovación, investigación y desarrollo. En líneas generales, ello se debe a que el ecosistema de innovación y emprendimiento nacional aún es incipiente. Así, por ejemplo, las universidades suelen abordar sus proyectos con un enfoque más tradicional, estrictamente académico, mientras que las grandes empresas optan por innovar en productos que ya tienen posicionamiento en el mercado global, dada la facilidad para su cultivo en nuestro país, casi siempre aprovechando una ventana comercial.

Por el lado gubernamental, es necesario diseñar una hoja de ruta que asegure el desarrollo sostenido de la innovación durante los próximos 15 a 20 años. Asimismo, es necesario aumentar la inversión en programas de mejoramiento genético y capacitar mejor a los profesionales peruanos, ya que existe un déficit en cuanto a biotecnólogos, agrónomos, biólogos, así como también gestores de procesos. El Perú tiene una enorme ventaja en este campo y es preciso aprovecharla cuanto antes. ¿Qué otras acciones hacen falta? Déjanos tu opinión.

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