Al mundo globalizado le ha tocado enfrentar situaciones de cambio latente como la crisis de los hedge funds, la amenaza del Gobierno de Corea del Norte y la crisis de Venezuela. Todo ello se presentó en medio de un clima de optimismo que reflejaba el reporte del Banco Mundial, cuyas estadísticas revelaban una disminución de la pobreza y la pobreza extrema en el mundo como nunca antes había ocurrido. 

Tras revisar las cifras con suma expectativa, comprobamos que cada punto porcentual de las estadísticas podría representar que menos niños mueren por desnutrición. Sin embargo, ¿qué pasaría si en algún momento la pobreza en el mundo desapareciera en un abrir y cerrar de ojos? ¿Estaríamos enfrentando un milagro? ¿Alguien se vería perjudicado por este nuevo orden?  

Todo depende de nuestras decisiones

Para aventurarnos a observar, me gustaría analizar la ruta de la pobreza desde adentro, con un tinte más puro, menos intervenido, sin apetito de investigador y sin ánimo de explicar las estrategias globales que permitieron su reducción. Con seguridad y sinceridad, podría explicarse más desde el lado del pobre, que del rico. Nadie busca llegar a ser pobre.  

Si estás en una escuela de negocios, es para aprender a generar valor compartido y sostenible. Sin embargo, la suma de malas decisiones podría llevarte a ser pobre. Para los pequeños empresarios, cada vez es más fácil tomar decisiones informadas en el mundo de la inteligencia comercial, realizar trade map, scouting y encontrar ventanas comerciales. La interconexión es una macrotendencia que democratiza oportunidades. 

Un reto difícil, pero no imposible

Si indagamos con mayor profundidad en la línea de la pobreza, podríamos tomarla como un estado no deseado por muchos, excepto por algunas culturas que ven en ella un estado espiritual. Cuando revisamos la lista de los libros más vendidos en la historia de la humanidad, con seguridad no figuran aquellos que enseñan cómo llegar a ser pobre.

El principal freno al proceso de innovación es el terror a perder. Por ello, podría ser un buen negocio cambiar la posibilidad de no temer nada que perder hoy, por la ilusión de haber ganado algo mañana.

En la pobreza no tienes nada que perder y la tasa de riesgo de capital propio es casi cero. Tenemos ejemplos de crisis como el de 1972, cuando los sobrevivientes del accidente de un vuelo aéreo uruguayo tuvieron que comerse a los fallecidos para sobrevivir. Asimismo, la Revolución francesa llevó a los hijos del pueblo a tomar sus armas y sembrar en surcos con sangre impura, como menciona su himno nacional. 

No es la primera vez que las sociedades han logrado superar obstáculos aparentemente imposibles en situaciones extremas. Hoy, la interconexión permite que las dificultades para salir de la pobreza extrema sean cada vez menores. Sumado a una posición de riesgo bajo, talento para gestionar herramientas de inteligencia comercial y el atreverse a innovar, podrían lograrse resultados milagrosos. 

¿Nada o mucho por perder?

El principal freno al proceso de innovación es el terror a perder. Por ello, podría ser un buen negocio cambiar la posibilidad de no temer nada que perder hoy, por la ilusión de haber ganado algo mañana. El crowdfunding, los capitales ángeles y otras alternativas de financiamiento social y/o digital podrían articularse luego de que la idea ya se encuentre validada.   

Es por ello que en los estados de pobreza, durante la generación de riqueza, podemos mapear el activo escondido detrás de cada desperdicio, cada merma, cada restricción en el proceso, cada problema con el personal, es decir, todas esas aparentes imperfecciones en la sincronización del modelo de negocio. 

¿Estos aspectos se registran en alguna base? Tal vez, porque podrían representar agujeros negros detrás de los cuales existen activos escondidos que esperan ser descubiertos por el talento curioso y forjado para poder construir donde antes se destruyó. ¿Cómo atravesaron situaciones difíciles en tu organización? Cuéntanos tu experiencia.