Hace unos años, a raíz del nombramiento de un nuevo ministro de Agricultura, escribí un artículo que titulé: "Los mundos agrícolas", refiriéndome a la existencia de diferentes ambientes para la agricultura del país.

De los más de 5 millones de hectáreas que constituyen la superficie agrícola del Perú, alrededor de 100,000 corresponden a una agricultura moderna. Estas son responsables de los casi US$ 3,333 millones de exportación no tradicional y parte de los US$ 1,168 millones de exportación tradicional, excepto el café que se cultiva en las zonas medias altas de nuestra Amazonia.

La agricultura moderna ha alcanzado niveles internacionales de productividad y avanza aún más hacia mercados nunca antes explorados, donde se encuentra en permanente crecimiento. La política de Estado de apertura comercial y los acuerdos comerciales, como instrumento, explican en parte estos logros. Sin embargo, el brío, la decisión, el empeño y la resolución de los empresarios agrarios han sido determinante para el éxito de la agroexportación.

No obstante, debemos reparar que sólo este mundo agrario, asociado al de la exportación de café y cacao, tiene potencialidades que están siendo explotadas. El café ha llegado a cifras impresionantes, al haberse exportado US$ 887 millones, pero debemos demandar al Estado una mayor preocupación por este cultivo, ya que en su presentación orgánica, única manera de diferenciarnos del café de países con imagen cafetalera, el trato gubernamental no lo beneficia al igual que los otros productos agrícolas no tradicionales.

El resto de los cultivos agrícolas recibe poca atención de las entidades del Estado, incluyendo a las universidades y muy poca preocupación por los empresarios inversionistas. Como mucho, existe una sola entidad entre los públicos y privados, el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), que puede afirmarse que está abocada a la investigación, desarrollo y puesta en práctica de la solución a los problemas y potencialidades de los productos agrarios. Las otras potencialidades, producto de nuestra biodiversidad, se encuentran en estado de latencia. 

Existen chispazos de éxito, como el caso del café Tunki de Puno, pero que no tienen el apoyo necesario para su desarrollo a nivel comercial. El sacha inchi de nuestra selva; la tara de nuestra sierra y la pápika de nuestra costa, son ejemplos de potencialidades no explotadas ni apoyadas por el Estado, ni por el sector privado.

La paradoja se encuentra en las universidades nacionales. Las que cuentan con recursos económicos suficientes gracias a los ingresos por canon, en sus diferentes especialidades, no poseen los docentes preparados y capacitados; y aquellas que sí los tienen, por causa de su sistemático programa de capacitación a sus profesores, no gozan de los recursos económicos, ni son capaces de producirlos.

En su opinión, ¿cómo podrían desarrollarse las potencialidades de los agronegocios en el Perú?

Esta entrada contiene un artículo de:

Eduardo McBride Quiroz

Profesor del área de Mercadeo. Master of Education, University of Pittsburgh, Pennsylvania, USA. Bachiller en Zootecnia, Universidad Nacional Agraria La Molina, Perú.
Profesor de la Maestría en Administración de Agronegocios de ESAN