
Si se quiere que una empresa prospere, lo primero que se debe conocer es su situación financiera. Sólo a partir de esa información se podrá tomar las mejores decisiones, aquellas que permitirán a la organización mantener su buen desempeño o corregir el rumbo, de ser necesario.
Para determinar la situación financiera, los empresarios pueden recurrir al balance general, también conocido como estado de situación financiera. Este documento es necesario para evaluar el rendimiento de una empresa en un tiempo determinado ya que señala, en cifras, la situación patrimonial de la organización. En líneas generales, el balance general refleja tres elementos de vital importancia: los activos (bienes y derechos de la empresa), pasivos (obligaciones contraídas con terceros) y el patrimonio neto (el capital social, las reservas y los beneficios generados).
El balance general también permite conocer los resultados de las operaciones que efectúa la empresa en un tiempo determinado. De esta manera, brinda información relevante para la toma de decisiones. Asimismo, a partir de este análisis, se puede verificar si la organización cuenta con una estructura financiera sólida y si está cumpliendo sus objetivos.
Los balances suelen llevarse a cabo al término del ejercicio, es decir, de forma anual, aunque también pueden realizarse al inicio de este o con una periodicidad mensual o trimestral.
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Lydia Arbaiza, decana de ESAN, destacó en Gestión que la orientación a resultados es la filosofía clave para que las empresas peruanas trasciendan la coyuntura y aseguren su sostenibilidad. Arbaiza soslayó que, siguiendo el ejemplo de gigantes como Alicorp o AJE, las organizaciones deben adoptar una cultura de ejecución y medición constante.
Carlos Aguirre, profesor de los Programas del área de Finanzas de ESAN, analizó en Gestión la delicada convivencia entre el Consejo de Familia (que vela por el legado) y el Directorio (enfocado en la estrategia y meritocracia) en las empresas familiares. Para mitigar estos conflictos, priorizó la importancia vital del Protocolo Familiar: un marco normativo que actúa como árbitro para garantizar que la armonía familiar no sacrifique la competitividad del negocio.
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