El presupuesto público para proyectos de salud en el Perú para el 2020 es de S/3321 millones, ligeramente inferior a los S/3384 millones del 2019. Sin embargo, a dos meses de terminar el año, solo se ejecutaron S/936 millones, es decir, un 37 % del total. El porcentaje dista mucho del 56 % del presupuesto ejecutado el año anterior, que de por sí también fue bajo.
La explicación más evidente para este retroceso en la ejecución del presupuesto es la parálisis producto de la pandemia de la COVID-19. Esto agravó el efecto de tres factores conocidos: la no-continuidad de funcionarios, las competencias inadecuadas en los directivos y proveedores, y la corrupción. Enfrentarlos con decisión política sigue siendo la clave para revertir esta situación.
La situación es preocupante por igual en los tres niveles de Gobierno. Concluido el décimo mes de este año, los Gobiernos regionales ejecutaron solo el 42 % del presupuesto para proyectos de salud. Es una cifra ligeramente superior al 31 % de los Gobiernos locales y al 30 % del Gobierno central. Sin embargo, los tres niveles se encuentran distantes de los respectivos 51 %, 59 % y 74 % de fin de año de 2019.
La pandemia de la COVID-19 evidenció aún más que las autoridades regionales presentan serias limitaciones en sus competencias gerenciales para el sector salud.
El monto asignado este año para proyectos de salud representa menos del 15 % del presupuesto total del sector salud, que supera los S/26 424 millones. En los tres niveles de Gobierno, más del 50 % de ese presupuesto se destina a la salud individual, es decir, al conjunto de intervenciones (proyectos incluidos) orientadas a la recuperación y la rehabilitación de la salud de las personas.
De los tres niveles de Gobierno, la pandemia evidenció aún más que las autoridades regionales presentan serias limitaciones en sus competencias gerenciales. Ello afectó de manera significativa la ejecución del presupuesto público asignado, sin dejar de lado factores como la corrupción y la rotación de funcionarios.
En las últimas dos décadas, el presupuesto público del sector creció significativamente y pasó de S/2000 millones a S/20 000 millones. Sin embargo, reiteradamente evidenciado por la pandemia, los resultados no fueron los requeridos. Esto es consecuencia de una gestión inadecuada de los recursos, debido a los factores señalados.
Para el 2021 es indispensable atacar esta falencia con decisión. Ello implicará no solo una mejor preparación, sino también un cambio cultural y conductual, además de incorporar el uso intensivo de sistemas y tecnologías de información y comunicación (TIC) en salud (eSalud/salud digital). Bien implementadas, junto con la gestión del cambio correspondiente, las herramientas deberían producir mayor transparencia, eficiencia y efectividad de la gestión de las intervenciones y los proyectos en salud. ¿Qué otras acciones hacen falta? Déjanos tu opinión.
Referencias:
1. Al 31 octubre de 2020
La pandemia de la COVID-19 evidenció aún más que las autoridades regionales presentan serias limitaciones en sus competencias gerenciales para el sector salud.
MBA por ESAN con mención en Finanzas. Médico-cirujano de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Con 29 años de experiencia profesional en salud, a niveles público y privado, incluyendo la gestión integral de proyectos de salud y desarrollo social; en el diseño, implementación, gestión y evaluación de innovaciones con Salud Digital en Perú, Panamá, Colombia, Paraguay y Ecuador. Docente de posgrado en salud desde el 2001. Actualmente es docente en la Universidad ESAN y la Universidad Cayetano Heredia.
En el 2022, de los S/5 800 millones disponibles para inversión pública en salud, se dejó de ejecutar S/1 800 millones, especialmente por parte de los Gobiernos regionales y locales. A ese ritmo, ¿qué le espera al sector en este 2023?
Los gobernadores regionales recién electos tienen grandes retos en la gestión de las redes de salud de sus jurisdicciones, incluyendo bajos niveles de ejecución de inversiones para sus servicios públicos de salud.